Altar de la Cruz de Mayo, elaborado por estudiantes de la Unellez- San Carlos,
con apoyo de la Cofradía San Juan Bautista Niño.
Entre los temas favoritos de los cantores y
promeseros a la Cruz de Mayo destaca el de “La Calle de la Amargura”, el cual
se encauza en el trayecto final de Jesús de Nazaret. Para ilustrar mejor tan singular temática
seleccionamos el siguiente estudio de la doctora en Letras Pilar Almoina de
Carrera, profesora titular de la UCV, con las respectivas muestras completas de
los ejemplos poéticos en referencia.
Gracias por su visita.
Isaías Medina López
Antecedentes (fragmentos). Los romances de tema religioso, también
llamados romances “a lo divino”, constituyen un importante campo dentro de la
tradición popular. Es obvia su vinculación con creencias personales y ello refuerza
su significación y sus perspectivas de conservación. A este grupo pertenece La
calle de la Amargura, que no se registra en ninguna de las clásicas antologías.
Méndez Pidal (1943) al referirse a una versión chilena solo dice que “es uno de
esos romances religiosos tan del gusto de los siglos XVI y XVII”.
Estos temas de tipo religioso gozan de gran
aceptación general hasta el siglo XVII, y poetas cultos desarrollan el género
en romances, endechas y canciones, en donde el nacimiento, la pasión y la muerte
de Jesucristo de motivo central. El romancero y cancionero sagrado recoge
abundantísimos ejemplos, con incluso de obras de poetas tan famosos, Juan del
Encima, Calderón. Quizás el hecho de ser tan aprovechado por poetas cultos el
asunto de inspiración devota, fue el motivo de las exclusiones de estos
romances, muy tradicionales y populares, los romances, al considerarlos los
recopiladores como de origen culto y libresco.
Méndez Pidal pública una versión española del
tema de la calle de la amargura procedente de Sepúlveda, Segovia (p. 183), cuyos
primeros versos recuerdan al romance del Conde Arnaldos: ¡Quien tuviera tal
fortuna, / tal fortuna y tal bondad, / como Magdalena tuvo / cuando Cristo fue
a buscar! En el Romance popular de la Montaña se reproduce varias muestras con
los títulos de Camino del calvario, Las tres caídas y La virgen y la Verónica
(Cossío y Maza Solano, 1933); ello como
reflejo de una conservación española que debe ser mucho más extensa y variada de
lo que hasta ahora parece.
Difusión en América (fragmentos). Se encuentra muy popularizado este romance
en tierras americanas, desde Nuevo México hasta Argentina y Chile. Cambia el titulo
con el que se le conoce, pero el desarrollo temático es el mismo. La Virgen, en
ocasiones la Magdalena, sale a buscar a su hijo, después de que este ha sido
llevado a crucificar. La circunstancia de la búsqueda del hijo ha producido que
a veces este romance se recoja con el nombre del niño perdido, en aparente
confusión con otro del mismo título, pero de distinto tema.
Espinosa lo difunde con los títulos de Camino
del Calvario y El Niño Perdido, en versiones de California (1925) y de Nuevo
México respectivamente (1932). Julio Vicuña Cifuentes lo publica como La
Magdalena (1912), en un ejemplo chileno, muy semejante al recogido por Menéndez
Pidal en Sepúlveda, son iguales los mismos versos iniciales que recuerdan al
Conde Arnaldos: “¡Quien tuviera tal ventura/ sobre las aguas del mar, / como
tuvo Magdalena / cuando a Cristo fue a buscar!”. En Nicaragua, Mejías Sánchez
(1946) lo reproduce con el título de Alabado de pasión, en la característica
forma en cuartetas que toma el romance en ese país. Seguramente que la
producción en colecciones y antologías lograda hasta el presente no refleja la
amplia divulgación que este romance debe tener en la tradición popular
hispanoamericana, en particular propicia para el afianzamiento de tema de esta
índole.
Versiones venezolanas. En Venezuela es uno de
los romances más difundidos y gustados. Se encuentran en todo el territorio
nacional, conservándose en forma muy completa y con elementos caracterizados de
gran semejanza, ya que no se producen alteraciones significativas en el texto.
El rasgo regional quizás más definidor en todas las variantes y el que nos ha
llegado a ponerle por título La calle de la Amargura, es que en casi todos los
textos venezolanos del romance, la Virgen va por “la calle de la Amargura” en
busca del hijo. Así encontramos en diferentes ejemplos: “por la calle” la
Amargura/ encontró a una niña sentada”: “en la calle ‘e la Amargura hallo una
niña sentada”; “en la calle de la Amargura/ taba una niña sentada”. De los
muchos existentes, incluimos aquí a tres ejemplos procedentes de distintas
zonas del país.
La versión I, inédita, fue proporcionada por
Héctor Pedreáñez Trejo, y fue recogido en San Carlos, estado Cojedes. Es un
fiel y complejo exponente de la forma característica que tomo el romance en
Venezuela. En esta ocasión la niña a quien la Virgen pregunta por su hijo, se
identifica como la Verónica; y al final encontramos a San Juan convertido en
sobrino de la Virgen. Hay en esta variante más detalles que otras de la
descripción de la forma en que va Jesús. De otra parte, se mantiene el
clásico asonante aa.
En la calle de la Amargura
taba una niña sentada,
y la Virgen le pregunta:
-Cuya niña tan bien criada,
-como no le sabe el nombre,
Verónica se llamaba-,
¿por aquí no ha pasado un hijo,
un hijo de mis entrañas?
-Por aquí pasó, Señora,
antes que el gallo cantara.
una cruz llevaba a cuestas
de manera muy pesada;
cada paso que mudaba
la rodilla en tierra hincaba
Una corona de espinas
su cerebro traspasaba.
Una soga su garganta
que más de cien vueltas daba.
Cinco puñaladas lleva,
la menos le llega al alma;
las tres por los pecadores
y dos por salvar las almas,
Si no lo queréis creer,
mirad mi toca manchada,
Aquí me dejó la muestra
donde él se limpió la cara
María con estas voces,
cayó en tierra desmayada,
San Juan como buen sobrino
en brazos la levantaba
-Levántate, tía mía,
levántate tía amada,
que en el calvario sangriento
está mi primo clavado
las campañas de Belén
solitas
se repicaban
en oírle aquellas golpes
a los clavos que sonaban. (Informante: Julio
Ruiz, La Palma, estado Cojedes)
La versión II, publicada como Salve por Isaac
J. Pardo, fue recogida en Caracas. Es otro ejemplo de gran belleza dramática y
mantiene los rasgos característicos del romance en la tradición venezolana. Se
conserva el asonante aa, con dos excepciones “dejó su rostro manchado” y “está
mi primo clavado”.
II
Era muy de mañanita
cuando la virgen andaba,
las campanas de Belén
ella sola repicaba.
En la
calle ‘ e la Amargura
halló una niña sentada,
le dice esta señora:
-Oye, niña bien criada,
¿por aquí no ha pasado un niño,
el hijo de mis entrañas?
-por aquí pasó, Señora,
antes que el gallo cantara.
Una cruz llevaba a cuestas
de madera muy pesada;
como el madero era verde
cada paso arrodillaba.
Una toalla me pidió
para limpiarse la cara,
si no lo quieres creer,
dejó su rostro manchado.
La Virgen escuchando esto
de su pie cayó desmayada.
San Juan como buen sobrino,
en brazos la levantaba.
-Levántate, tía mía,
levántate, tía amada,
que en el calvario sangriento
está mi primo clavado:
siete puñaladas tiene,
la menor le llega al alma;
cuatro por los pecadores
y tres por salvar las almas.
La versión III fue recogida por Isabel Aretz
y Luis Felipe Ramón y Rivera, en Carabobo, estado Carabobo. En un ejemplo que
se sale de lo común dentro de las variantes venezolanas. Contiene una
introducción muy singular y de sencilla belleza poética. Después entra
propietariamente el romance, que incluye con una moraleja también excepcional y
fuera del contexto del propio romance. La introducción no adopta ninguna rima,
mientras el romance propiamente dicho mantiene con alguna irregularidad el clásico
aa la moraleja es una cuarteta: abcb.
III
Jueves Santo fue por cierto
cuando mi Jesús murió
al pie de la santa cruz,
Jueves Santo, Jueves Santo.
Jueves Santo en aquel día
Estaba la Virgen María
entre sus sendas metida;
por aquí pasó
San Juan,
San Juan y la Magdalena,
-Nuevas le traigo, Señora:
no te las quisiera dar,
que tu santísimo hijo
lo van a crucificar,
-Subiré por esa calle
con doloroso pesar
Madres las que tienen hijos
ayúdenmelo a llorar,
que los que no lo han tenido
no tendrán tan gran pesar
como arena tiene el mar.
Era tan de madrugada
Cuando la Virgen andaba:
las campañas de Belén
solitas se repicaban.
En la calle de la Amargura
estaba una niña sentada
y le preguntó la Virgen:
-Cuya niña eres bien criada,
¿por aquí no habrá pasado
el hijo de mis entrañas?
Por aquí pasó, Señora,
tres horas antes que el gato cantara
y me ha pedido una toalla
con que secarse la cara.
Yo le di mi linda toalla
con que tocada yo estaba.
Llevaba una soga al cuello
que lo lleva tropicado,
una corona de espinas
que lo lleva ensangrentado,
y una cruz de madera
del madero más pesado.
La Virgen oyendo esto
cayó en tierra desmayada.
San Juan como buen sobrino
en brazos la levantaba.
-Párate, linda, párate, querida,
en el Calvario sangriento
esta mi primo clavado.
Donde encuentres una cruz
te levantas el sombrero.
que ahí puso las espaldas
el divino cordero. (Informante: Domitilo
Moyetón. Canoabo, estado Carabobo)
Esta búsqueda del hijo por la virgen, con el
desarrollo temático del romance La calle de la Amargura, se ha hecho tan
tradicional y popular que ha pasado a ser asunto de otras formas poéticas
folklóricas venezolanas. Así lo encontramos en la décimas “a lo divino” que se
dicen en ocasión de la velorios de cruz. Como muestra al respecto incluimos un bello
ejemplo donde se conserva el asunto del romance en forma de décimas, publicados
en Décimas de Fulía (1943) y recogido al famoso cantor de décimas: Edmundo
Hernández.
Se lamentaba María:
-¿Dónde está mi dulce centro
pues lo busco y no lo encuentro?
¡Se acabó la vida mía!
La pobre virgen María
no llorar era incapaz
viendo al Redentor que está
rodeando de enemigos;
y de mi parte yo digo:
Para el Calvario es que va.
La Virgen, triste, caminaba,
preguntando por Jesús.
-Por aquí pasó con la cruz.
La contesta que le daban
Prisionero lo llevaban
hasta la casa de Anás:
según orden de Caifás
deben conocer a Herodes;
y ella dice en sus clamores:
Para el Calvario es que va.
La Virgen cayó privada,
Magdalena corriendo vino,
San Juan como su sobrino
en peso la levantaba:
-Levántate tía amada;
tú, mujer, no llores más,
pero mi primo está mal,
corrió sangre de su venas.
Y contesto Magdalena:
Para el Calvario es que va.
Por fin María llego
adonde estaba su hijo,
y oyó a Anás cuando dijo
ordenado en alta voz:
-dicen que tú eres Dios.
por Judea y más allá
en tus hombros cargarás
un gran madero pesado:
y después de ser azotado
Para el Calvario es que va.
El mismo tema, con variantes, se encuentra en
forma de conjunto de cuartetas que curiosamente recibe el nombre de “romance”
en el estado Falcón. Como ejemplo incluimos el siguiente recogido por Francisco
Tamayo, otro consecuente estudioso del folklore venezolano, y que nos fue
enviado, entre diversos materiales inéditos, por Isaac J. Pardo.
Cristo en su padecimiento
crueles martirios pasó
por remedir al momento
las culpas que Adán dejó
En el velo de María
su rostro lo retrató,
y con la Santa Cruz a cuestas
hasta el Calvario llegó.
En la calle ‘e la Amargura
también se miró arrastrado
por salvar a las criaturas
del intento del pecado.
Bibliografía citada:
Cossío, J. M. de y Maza Solano, T. (1933). Romancero popular
de la Montaña. Santander: Sociedad de Menéndez y Pelayo.
Espinosa, A. M. (1925). “Los romances
tradicionales en California”. En Homenaje ofrecido a Menéndez Pidal. Madrid:
Librería y Casa Editorial Hernando.
--- (1932). Romances españoles tradicionales
que cantan y recitan los indios de los pueblos de Nuevo México. Boletín de la
Biblioteca Menéndez Pelayo, IX.
Mejías Sánchez, E. (1946). Romances y
corridos nicaragüenses. México: Imprenta Universitaria.
Menéndez Pidal, R. (1943) Los romances de
América y otros estudios. Buenos Aires: Espasa-Calpe
Pardo, I. J. (1955). Viejos romances
españoles en la tradición popular venezolana. Caracas: Archivos Venezolanos del
Folclore. Universidad Central de
Venezuela.
Editorial Elite. (1943). Décimas de fulía. Caracas.
Vicuña Cifuentes, J. (1912). Romances
populares y vulgares. Santiago de Chile: Biblioteca de Escritores de Chile.
(*) Nota del editor: Este ensayo (fragmentos,
mejor dicho) fue tomado del texto de nuestra maestra, la doctora Pilar Almoina
de Carrera, titulado: DIEZ ROMANCES HISPANOS EN LA TRADICIÓN ORAL VENEZOLANA.
Caracas. Edición del Instituto de Investigaciones Literarias de la Universidad
Central de Venezuela. 1975
No hay comentarios:
Publicar un comentario