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viernes, 8 de mayo de 2020

Cultura UNELLEZ VIPI 7. Grandes poemas a la Cruz de Mayo

Altar de la Cruz de Mayo, elaborado por estudiantes de la Unellez- San Carlos, 
con apoyo de la Cofradía San Juan Bautista Niño. 



Entre los temas favoritos de los cantores y promeseros a la Cruz de Mayo destaca el de “La Calle de la Amargura”, el cual se encauza en el trayecto final de Jesús de Nazaret.  Para ilustrar mejor tan singular temática seleccionamos el siguiente estudio de la doctora en Letras Pilar Almoina de Carrera, profesora titular de la UCV, con las respectivas muestras completas de los ejemplos poéticos en referencia.
Gracias por su visita.
Isaías Medina López

Antecedentes (fragmentos).  Los romances de tema religioso, también llamados romances “a lo divino”, constituyen un importante campo dentro de la tradición popular. Es obvia su vinculación con creencias personales y ello refuerza su significación y sus perspectivas de conservación. A este grupo pertenece La calle de la Amargura, que no se registra en ninguna de las clásicas antologías. Méndez Pidal (1943) al referirse a una versión chilena solo dice que “es uno de esos romances religiosos tan del gusto de los siglos XVI y XVII”. 
Estos temas de tipo religioso gozan de gran aceptación general hasta el siglo XVII, y poetas cultos desarrollan el género en romances, endechas y canciones, en donde el nacimiento, la pasión y la muerte de Jesucristo de motivo central. El romancero y cancionero sagrado recoge abundantísimos ejemplos, con incluso de obras de poetas tan famosos, Juan del Encima, Calderón. Quizás el hecho de ser tan aprovechado por poetas cultos el asunto de inspiración devota, fue el motivo de las exclusiones de estos romances, muy tradicionales y populares, los romances, al considerarlos los recopiladores como de origen culto y libresco.
Méndez Pidal pública una versión española del tema de la calle de la amargura procedente de Sepúlveda, Segovia (p. 183), cuyos primeros versos recuerdan al romance del Conde Arnaldos: ¡Quien tuviera tal fortuna, / tal fortuna y tal bondad, / como Magdalena tuvo / cuando Cristo fue a buscar! En el Romance popular de la Montaña se reproduce varias muestras con los títulos de Camino del calvario, Las tres caídas y La virgen y la Verónica (Cossío  y Maza Solano, 1933); ello como reflejo de una conservación española que debe ser mucho más extensa y variada de lo que hasta ahora parece.

Difusión en América (fragmentos). Se encuentra muy popularizado este romance en tierras americanas, desde  Nuevo México hasta Argentina y Chile. Cambia el titulo con el que se le conoce, pero el desarrollo temático es el mismo. La Virgen, en ocasiones la Magdalena, sale a buscar a su hijo, después de que este ha sido llevado a crucificar. La circunstancia de la búsqueda del hijo ha producido que a veces este romance se recoja con el nombre del niño perdido, en aparente confusión con otro del mismo título, pero de distinto tema.
Espinosa lo difunde con los títulos de Camino del Calvario y El Niño Perdido, en versiones de California (1925) y de Nuevo México respectivamente (1932). Julio Vicuña Cifuentes lo publica como La Magdalena (1912), en un ejemplo chileno, muy semejante al recogido por Menéndez Pidal en Sepúlveda, son iguales los mismos versos iniciales que recuerdan al Conde Arnaldos: “¡Quien tuviera tal ventura/ sobre las aguas del mar, / como tuvo Magdalena / cuando a Cristo fue a buscar!”. En Nicaragua, Mejías Sánchez (1946) lo reproduce con el título de Alabado de pasión, en la característica forma en cuartetas que toma el romance en ese país. Seguramente que la producción en colecciones y antologías lograda hasta el presente no refleja la amplia divulgación que este romance debe tener en la tradición popular hispanoamericana, en particular propicia para el afianzamiento de tema de esta índole.

Versiones venezolanas. En Venezuela es uno de los romances más difundidos y gustados. Se encuentran en todo el territorio nacional, conservándose en forma muy completa y con elementos caracterizados de gran semejanza, ya que no se producen alteraciones significativas en el texto. El rasgo regional quizás más definidor en todas las variantes y el que nos ha llegado a ponerle por título La calle de la Amargura, es que en casi todos los textos venezolanos del romance, la Virgen va por “la calle de la Amargura” en busca del hijo. Así encontramos en diferentes ejemplos: “por la calle” la Amargura/ encontró a una niña sentada”: “en la calle ‘e la Amargura hallo una niña sentada”; “en la calle de la Amargura/ taba una niña sentada”. De los muchos existentes, incluimos aquí a tres ejemplos procedentes de distintas zonas del país.
La versión I, inédita, fue proporcionada por Héctor Pedreáñez Trejo, y fue recogido en San Carlos, estado Cojedes. Es un fiel y complejo exponente de la forma característica que tomo el romance en Venezuela. En esta ocasión la niña a quien la Virgen pregunta por su hijo, se identifica como la Verónica; y al final encontramos a San Juan convertido en sobrino de la Virgen. Hay en esta variante más detalles que otras de la descripción de la forma en que va Jesús. De otra parte, se mantiene el clásico  asonante aa.

En la calle de la Amargura
taba una niña sentada,
y la Virgen le pregunta:
-Cuya niña tan bien criada,
-como no le sabe el nombre,
Verónica se llamaba-,
¿por aquí no ha pasado un hijo,
un hijo de mis entrañas?
-Por aquí pasó, Señora,
antes que el gallo cantara.
una cruz llevaba a cuestas
de manera muy pesada;
cada paso que mudaba
la rodilla en tierra hincaba
Una corona de espinas
su cerebro traspasaba.
Una soga su garganta
que más de cien vueltas daba.
Cinco puñaladas lleva,
la menos le llega al alma;
las tres por los pecadores
y dos por salvar las almas,
Si no lo queréis creer,
mirad mi toca manchada,
Aquí me dejó la muestra
donde él se limpió la cara
María con estas voces,
cayó en tierra desmayada,
San Juan como buen sobrino
en brazos la levantaba
-Levántate, tía mía,
levántate tía amada,
que en el calvario sangriento
está mi primo clavado
las campañas de Belén
solitas  se repicaban
en oírle aquellas golpes
a los clavos que sonaban. (Informante: Julio Ruiz, La Palma, estado Cojedes)

La versión II, publicada como Salve por Isaac J. Pardo, fue recogida en Caracas. Es otro ejemplo de gran belleza dramática y mantiene los rasgos característicos del romance en la tradición venezolana. Se conserva el asonante aa, con dos excepciones “dejó su rostro manchado” y “está mi primo clavado”.
                 II
Era muy de mañanita
cuando la virgen andaba,
las campanas de Belén
ella sola repicaba.
 En la calle ‘ e la Amargura
halló una niña sentada,
le dice esta señora:
-Oye, niña bien criada,
¿por aquí no ha pasado un niño,
el hijo de mis entrañas?
-por aquí pasó, Señora,
antes que el gallo cantara.
Una cruz llevaba a cuestas
de madera muy pesada;
como el madero era verde
cada paso arrodillaba.
Una toalla me pidió
para limpiarse la cara,
si no lo quieres creer,
dejó su rostro manchado.
La Virgen escuchando esto
de su pie cayó desmayada.
San Juan como buen sobrino,
en brazos la levantaba.
-Levántate, tía mía,
levántate, tía amada,
que en el calvario sangriento
está mi primo clavado:
siete puñaladas tiene,
la menor le llega al alma;
cuatro por los pecadores
y tres por salvar las almas.

La versión III fue recogida por Isabel Aretz y Luis Felipe Ramón y Rivera, en Carabobo, estado Carabobo. En un ejemplo que se sale de lo común dentro de las variantes venezolanas. Contiene una introducción muy singular y de sencilla belleza poética. Después entra propietariamente el romance, que incluye con una moraleja también excepcional y fuera del contexto del propio romance. La introducción no adopta ninguna rima, mientras el romance propiamente dicho mantiene con alguna irregularidad el clásico aa la moraleja es una cuarteta: abcb.
                III
Jueves Santo fue por cierto
cuando mi Jesús murió
al pie de la santa cruz,
Jueves Santo, Jueves Santo.
Jueves Santo en aquel día
Estaba la Virgen María
entre sus sendas metida;
por aquí pasó  San Juan,
San Juan y la Magdalena,
-Nuevas le traigo, Señora:
no te las quisiera dar,
que tu santísimo hijo
lo van a crucificar,
-Subiré por esa calle
con doloroso pesar
Madres las que tienen hijos
ayúdenmelo a llorar,
que los que no lo han tenido
no tendrán tan gran pesar
como arena tiene el mar.
Era tan de madrugada
Cuando la Virgen andaba:
las campañas de Belén
solitas se repicaban.
En la calle de la Amargura
estaba una niña sentada
y le preguntó la Virgen:
-Cuya niña eres bien criada,
¿por aquí no habrá pasado
el hijo de mis entrañas?
Por aquí pasó,  Señora,
tres horas antes que el gato cantara
y me ha pedido una toalla
con que secarse la cara.
Yo le di mi linda toalla
con que tocada yo estaba.
Llevaba una soga al cuello
que lo lleva tropicado,
una corona de espinas
que lo lleva ensangrentado,
y una cruz de madera
del madero más pesado.
La Virgen oyendo esto
cayó en tierra desmayada.
San Juan como buen sobrino
en brazos la levantaba.
-Párate, linda, párate, querida,
en el Calvario sangriento
esta mi primo clavado.
Donde encuentres una cruz
te levantas el sombrero.
que ahí puso las espaldas
el divino cordero. (Informante: Domitilo Moyetón. Canoabo, estado Carabobo)

Esta búsqueda del hijo por la virgen, con el desarrollo temático del romance La calle de la Amargura, se ha hecho tan tradicional y popular que ha pasado a ser asunto de otras formas poéticas folklóricas venezolanas. Así lo encontramos en la décimas “a lo divino” que se dicen en ocasión de la velorios de cruz. Como muestra al respecto incluimos un bello ejemplo donde se conserva el asunto del romance en forma de décimas, publicados en Décimas de Fulía (1943) y recogido al famoso cantor de décimas: Edmundo Hernández.

Se lamentaba María:
-¿Dónde está mi dulce centro
pues lo busco y no lo encuentro?
¡Se acabó la vida mía!
La pobre virgen María
no llorar era incapaz
viendo al Redentor que está
 rodeando de enemigos;
y de mi parte yo digo:
Para el Calvario es que va.
La Virgen, triste, caminaba,
preguntando por Jesús.
-Por aquí pasó con la cruz.
La contesta que le daban
Prisionero lo llevaban
hasta la casa de Anás:
según orden de Caifás
deben conocer a Herodes;
y ella dice en sus clamores:
Para el Calvario es que va.
La Virgen cayó  privada,
Magdalena corriendo vino,
San Juan como su sobrino
en peso la levantaba:
-Levántate tía amada;
tú, mujer, no llores más,
pero mi primo está mal,
corrió sangre de su venas.
Y contesto Magdalena:
Para el Calvario es que va.
Por fin María llego
adonde estaba su hijo,
y oyó a Anás cuando dijo
ordenado en alta voz:
-dicen que tú eres Dios.
por Judea y más allá
en tus hombros cargarás
un gran madero pesado:
y después de ser azotado
Para el Calvario es que va.

El mismo tema, con variantes, se encuentra en forma de conjunto de cuartetas que curiosamente recibe el nombre de “romance” en el estado Falcón. Como ejemplo incluimos el siguiente recogido por Francisco Tamayo, otro consecuente estudioso del folklore venezolano, y que nos fue enviado, entre diversos materiales inéditos, por Isaac J. Pardo.

Cristo en su padecimiento
crueles martirios pasó
por remedir al momento
las culpas que Adán dejó
En el velo de María
su rostro lo retrató,
y con la Santa Cruz a cuestas
hasta el Calvario llegó.
En la calle ‘e la Amargura
también se miró  arrastrado
por salvar a las criaturas
del intento del pecado.

Bibliografía citada:
Cossío, J. M. de  y Maza Solano, T. (1933). Romancero popular de la Montaña. Santander: Sociedad de Menéndez y Pelayo.
Espinosa, A. M. (1925). “Los romances tradicionales en California”. En Homenaje ofrecido a Menéndez Pidal. Madrid: Librería y Casa Editorial Hernando.
--- (1932). Romances españoles tradicionales que cantan y recitan los indios de los pueblos de Nuevo México. Boletín de la Biblioteca Menéndez Pelayo,  IX. 
Mejías Sánchez, E. (1946). Romances y corridos nicaragüenses. México: Imprenta Universitaria.  
Menéndez Pidal, R. (1943) Los romances de América y otros estudios. Buenos Aires: Espasa-Calpe
Pardo, I. J. (1955). Viejos romances españoles en la tradición popular venezolana. Caracas: Archivos Venezolanos del Folclore.  Universidad Central de Venezuela.
Editorial Elite. (1943).  Décimas de fulía. Caracas.
Vicuña Cifuentes, J. (1912). Romances populares y vulgares. Santiago de Chile: Biblioteca de Escritores de Chile.

(*) Nota del editor: Este ensayo (fragmentos, mejor dicho) fue tomado del texto de nuestra maestra, la doctora Pilar Almoina de Carrera, titulado: DIEZ ROMANCES HISPANOS EN LA TRADICIÓN ORAL VENEZOLANA. Caracas. Edición del Instituto de Investigaciones Literarias de la Universidad Central de Venezuela.  1975

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