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jueves, 29 de julio de 2021

Cultura Unellez VIPI 49. La Batalla de Taguanes. Notas aproximativas sobre sus protagonistas (Isaías Medina López)

Cada 31 de de julio se otorga la Orden "Sol de Taguanes", condecoración que rememora el significativo combate que libraron las fuerzas patrióticas contra las realistas en 1813, en el marco de La Campaña Admirable conducida por Simón Bolívar.  En la gráfica un grupo de estudiantes, también rememora los actos de planificación de esta acción militar (imagen tomada del archivo de Amilcar Alejo)


La Batalla de Taguanes es considerada como el encuentro bélico decisivo de la llamada “Campaña Admirable”, ambos hechos de guerra fueron encabezados por Simón Bolívar. La historiografía tradicional repite los relatos de estas faenas basados en los valiosos partes de guerra de la época, sin embargo, es posible destacar otros elementos.

El primero es el aprendizaje guerrero del cual Bolívar tomará provecho para sus futuras campañas libertarias, caracterizado por la apertura de varios frentes, la velocidad para el desplazamiento de sus tropas y la alianza con líderes de las distintas facciones que combatían contra el colonialismo español. El mejor de los ejemplos es la mismísima Batalla de Carabobo, en la que desarrolló una estrategia de “tenaza” que acorraló a las fuerzas de España y en la que empleó, inclusive, regimientos de distintos países.

La Batalla de Taguanes se libra en las llanuras del mismo nombre en las afueras de Tinaquillo, estado Cojedes, justo en vecindad con el Campo Inmortal de Carabobo.  Se estima que la refriega fue entre 1.200 hombres comandados por Bolívar y su extraordinario grupo de oficiales patriotas y unos 1.500 realistas liderados por el coronel Julián Izquierdo, siguiendo las ordenanzas de Domingo Monteverde. Según El Libertador Las acciones duraron seis horas, aproximadamente, y dio como resultado inmediato la aniquilación casi total de las tropas colonialistas y, subsecuentemente, el despeje absoluto de la vía hacia Caracas, ciudad que recibe al Padre de la Patria como su hijo dilecto y liberador.  

En la Batalla de Taguanes, librada el 31 de julio de 1813, El Libertador contó con el empuje y la sapiencia de muy jóvenes  y capacitados oficiales, tanto de Venezuela como de Colombia. Entre ellos, según su propio parte de guerra de este combate, destacamos los siguientes:

 Manuel Atanasio Girardot Díaz. Nace en San Jerónimo, Antioquia, Colombia, el 2 de mayo de 1791 y fallece en Naguanagua, estado Carabobo, Venezuela, el 30 de septiembre de 1813. A los veinte años resalta su papel en la Batalla de Popayán y luego el 28 de marzo de 1811,  cuando derrota al realista Miguel Tacón y Rosique en la Batalla del Bajo Palacé.

En Venezuela, con solo veintitrés años, en 1813,  Girardot comanda las tropas de Trujillo y Mérida. Tras vencer en las batallas de Ponemesa y Agua Obispos, refuerza a Simón Bolívar en la Batalla de Taguanes, como miembro del Estado Mayor de las fuerzas patriotas en ese encuentro. Dos meses después encontrará la muerte en el heroico ataque a las posiciones del jefe realista Remigio Bobaduilla, en el cerro de Bárbula, en Naguanagua. Los relato apuntan que fue herido mortalmente y su cadáver quedó envuelto en la bandera nacional que intenta enarbolar como señal de victoria.  

Jose Luciano D'Elhuyar y de la Bastida. Nació en Santafé de Bogotá el 8 de enero de 1793 y muere durante un naufragio en el Mar Caribe, el 2 de diciembre de 1815.  A los diecisiete años de edad ya era teniente del ejército patriota y a veinte años alcanza el grado de coronel gracias a sus acciones en Trujillo, Mérida y Barinas, igualmente en Cojedes, en la Batalla de Taguanes, a las que siguieron destacados servicios militares en Las Trincheras (3 de octubre), Vigirima (23-25 de noviembre) y Barquisimeto (10 de marzo de 1814). Brillante estratega y gerente de pertrechos de guerra, muere ahogado en el naufragio de un barco provisiones que partió de Jamaica, con apenas veintitrés años de vida.

Antonio París Ricaurte Nace en Santafé de Bogotá, el 3 de marzo de 1793 y muere en esa misma ciudad el 19 de julio de 1846. Desde 1810, antes de los dieciocho años comenzó su carrera militar en el bando patriota. En 1813, con apenas veinte años de edad sirve, en Venezuela, bajo las órdenes de José Félix Ribas, sobresaliendo en  las contiendas de Carache, Niquitao,  Los Horcones, San Carlos y Taguanes. Poco después también participó en la toma de Valencia,  Las Vigías, Puerto Cabello, Fortín Solano, San Casimiro, La Guaira y Cerritos Blancos, Santa Catalina, Achaguas, San Felipe, Bobare, Yaritagua, Nutrias, Matas Guerrereñas, Las Trincheras, Barquisimeto, El Ángel, Juan Diego, Vigirima,  Araure. Al año siguiente, sigue destacándose en las acciones militares de    Puerto Cabello, Ospino, San Carlos, Carabobo, y el asedio de Valencia que duró entre el 17 de junio y el 10 de julio de 1814.

Rafael José Urdaneta Farías. Nació en Maracaibo, estado Zulia, Venezuela el  24 de octubre de 1788 y muere en París, Francia, el 23 de agosto de 1845. Es uno de los más acentuados militares de la independencia de nuestro país. Cursando estudios superiores de Filosofía se enrola en la lucha independentista justo el día 26 de julio de 1810, cuando comienza la lucha contra la España Colonial en la Nueva Granada.  El  El 12 de octubre de 1811ascendió a capitán por sus méritos en Combate. Es uno de los oficiales enviados por el gobierno de la Unión a las órdenes del brigadier Simón Bolívar, en abril o mayo de 1813, cuando este, en Cúcuta, preparaba la invasión a Venezuela en la llamada Campaña Admirable, en la cual tomó parte. Combatió en Niquitao bajo las órdenes del coronel José Félix Ribas y en Taguanes con Bolívar el 31 julio y varias refriegas más hasta alcanzar el 5 de octubre de 1813 el grado de general de brigada. Entre el 12 y el 17 de marzo de 1814, resistió el sitio que le impuso el coronel Sebastián de la Calzada en la ciudad de San Carlos, y el de Valencia por el brigadier José Ceballos (20 marzo-2 abril). También, con Bolívar combatió en la primera batalla de Carabobo.  Con Bolívar, además  operó en Santa Fe de Bogotá contra Manuel Bernardo Álvarez (diciembre 1814), y como resultado de dicha acción, fue ascendido a general de división el 5 de enero de 1815. Participó en la célebre batalla de El Yagual (1816). Así mismo intervino en la Campaña de Guayana y la Campaña del Centro. En 1819 abrió operaciones en Margarita contra las posiciones realistas en Barcelona y Cumaná. De regreso de Nueva Granada, Bolívar le designa  comandante de la Guardia de Honor. En 1821 condujo desde Maracaibo su división a través de la provincia de Coro, a la cual liberó, y de allí siguió hacia San Carlos a la concentración que hacía Bolívar en aquella ciudad, para llevar a cabo la ofensiva final contra los realistas mandados por el mariscal de campo Miguel de la Torre, en Carabobo el 24 de junio de 1821, el 17 de julio del mismo año fue ascendido a general en jefe. En 1822 obtiene el cargo de comandante general del departamento de Cundinamarca y presidente de la Comisión de Repartimiento de Bienes Secuestrados. Entre 1823 y 1824 ejerció la presidencia del Senado de Colombia y desde marzo de 1824 hasta julio de 1827 gobernó como intendente, el departamento del Zulia. Desde 1828 hasta 1829 desempeñó la cartera de Guerra y Marina y, en 1830, después del movimiento que derrocó al presidente Joaquín Mosquera, asumió la máxima magistratura de Colombia, hasta el 28 de abril de 1831, cuando, por efecto del Convenio de las Juntas de Apulo, renunció en favor del general de brigada Domingo Caicedo. Sus restos reposan en el Panteón Nacional desde el 16 de mayo de 1876.

Teodoro Figueredo, nace en la Villa de San Carlos de Austria, el 23 de marzo de 1771. Oficial de Caballería. En 1810 forma parte del primer ejército independentista de Venezuela al mando del Marqués del Toro y en 1811 sirvió bajo las órdenes de Francisco de Miranda, con relevante papel en la Toma de Valencia. En 1812 participa en la Batalla de Los Colorados y, en 1813, se une a las tropas de Bolívar en la Campaña Admirable, participando en los tres combates determinantes de esta gesta: Los Horcones, Niquitao y Taguanes.

El 1 de diciembre de 1813, apoya al Libertador en San Carlos durante  la concentración de tropas que libran la triunfal  Batalla de Araure, el 5 de diciembre. El 28 de mayo de 1814, se suma a los patriotas vencedores en la primera Batalla de Carabobo, al caer la Segunda República combate a los realistas en la Los Llanos, posteriormente emigrará a San Tomás. Regresa a Venezuela con la  Expedición de Los Cayos. En 1815 asciende al grado de Coronel, gracias  a su servicio durante la Campaña de Ocumare de La Costa.

En 1818, sigue al Libertador la Campaña del Centro y en 1819 se cuenta entre los  héroes que libraron la casi increíble campaña de “El Paso de Los Andes”. En 1821 le designan para liquidar los pertrechos y heridos restantes de las fuerzas españolas en la famosa Batalla de Carabobo.


sábado, 28 de noviembre de 2020

Cultura Unellez VIPI 48. Día Nacional del Escritor y el Editor (Pedro Grases)

 

Don Andrés Bello, singular figura literaria universal, cuya fecha de nacimiento, el 29 de noviembre de 1781, forja la celebración del Día Nacional del Escritor y el Editor



El 29 de noviembre de cada año los venezolanos celebran el Día Nacional del Escritor y del Editor, festejo de doble vertiente, que por un lado honra el  ejemplarizante desempeño literario y editorial de Andrés Bello, en la fecha de su natalicio  (el 29 de noviembre de 1781), como a los escritores y/o editores en la amplia gama de medios impresos, didácticos, escénicos  y audiovisuales; al escritor compete la "producción" del texto y al editor su divulgación, se trata , sea dicho, de oficios complementarios. Sólo imaginar nuestras vidas sin los cuentos, canciones, poemas, novelas, piezas de teatro, ensayos, los guiones de cine, radio, televisión e internet, que a diario alimentan nuestro espíritu, sería muy triste.

Para aproximarnos a la gigantesca y pionera obra de Andrés Bello les ofrecemos los siguientes apuntes de Pedro Grases.

Gracias por su visita  

Isaías Medina López 

“Humanista, poeta, legislador, filósofo, educador, crítico y filólogo; en suma, autor de una obra poligráfica, que constituye la base más sólida de la civilización hispanoamericana. Vivió en Venezuela las 3 últimas décadas de la dominación española y en otros lugares algo más de la mitad del primer siglo de vida independiente de las repúblicas americanas hispanohablantes. De este segundo período, los 20 primeros años corresponden al tiempo de lucha por la emancipación nacional, cuyo desarrollo, vicisitudes y triunfo, observó desde Londres. Los últimos 36 años de su vida, pasados en Chile, son los de consolidación de la existencia política y cultural de los nuevos estados. Tal fue el tiempo de Bello; Colonia (Caracas, 1781-1810); Guerra de Independencia (Londres, 1810-1829); gobierno y fijación de las nacionalidades hispanoamericanas (Chile, 1829-1865). Su pensamiento y su labor están determinadas por dichas circunstancias, a las cuales debemos siempre referir lo que produjo, para llegar a entender el alcance de su obra. Hijo primogénito de Bartolomé Bello y de Ana Antonia López. Andrés, vivió su infancia, mocedades y juventud hasta los 29 años en Caracas. Cursó las primeras letras en la «Academia» de Ramón Vanlosten. Desde niño tuvo pasión por la lectura, particularmente de los clásicos del Siglo de Oro español. Frecuenta el convento de las Mercedes, donde aprende latín con el padre Cristóbal de Quesada. A la muerte de este (1796) traducía Bello el libro V de la Eneida.

Estudia, desde 1797, en la Real y Pontificia Universidad de Caracas y se gradúa de bachiller en artes, el 14 de junio de 1800. En enero conoce y acompaña a Alejandro de Humboldt en la ascención a la cima del monte Ávila. Comienza la carrera de derecho y luego la de medicina. Durante sus estudios ha dado clases particulares, entre otros a Simón Bolívar; y ha comenzado a manifestarse como literato, principalmente en la tertulia de los Ustáriz. Los versos de Bello (traducciones del latín, del francés, adaptaciones de poemas clásicos, junto a poesías originales) le han ganado prestigio entre sus coetáneos, y además, un título específico: El Cisne del Anauco. Estudiaba por su propia iniciativa francés e inglés.

En 1802 es nombrado oficial segundo de la secretaría de la capitanía general de Venezuela, en cuyo desempeño mereció honores, como el de comisario de guerra, otorgado en 1807, año en que es nombrado secretario civil (en lo político) de la Junta de la Vacuna. En 1810 es ascendido por la Junta de Caracas, a oficial primero de la Secretaría de Relaciones Exteriores. En julio de 1806 solicita Bello en arrendamiento perpetuo a su nombre y en el de su madre y hermanos unas tierras en las laderas de la fila de Mariches, al este de Caracas, para dedicarlas al cultivo del café; le fueron concedidas en el sitio denominado El Helechal, que recordará siempre con añoranza hasta el fin de sus días.

Las pocas obras juveniles de Bello conservadas tienen fecha imprecisa. Compuso las siguientes: el poema «A la vacuna», la oda «Al Anauco»; el soneto «A una artista»; la égloga «Tirsis habitador del Tajo umbrío»; el romance «A un samán»; la oda «A la nave», y los sonetos «A la victoria de Bailén» y «Mis deseos». Escribió también los dramas Venezuela consolada y España restaurada, así como el Resumen de la historia de Venezuela, la más antigua prosa que poseemos del gran humanista. Tenemos noticias de otras obras desventuradamente perdidas, como la égloga «Hace el Anauco un corto abrigo en donde...»; el estudio sobre el «que» y un auto de Reyes, La infancia de Jesús, en endecasílabos.

En 1808, con la introducción de la imprenta de Mateo Gallagher y James Lamb, Bello se convierte en el redactor de la Gaceta de Caracas, pero es difícil atribuir con exactitud lo que se debe a su pluma. Emprendió una revista nonata: El Lucero, con Francisco Isnardi. Corresponde a los días de Caracas la obra impresa en 1841, Análisis ideológica de los tiempos de la conjugación castellana, estudio iniciado, según sus propias palabras, en su juventud. Lamentamos la pérdida de la traducción y adaptación al castellano del Arte de escribir del abate Condillac, que dejó escrita en 1810 y se imprimió, sin su anuencia, en 1824.

El 10 de junio de 1810, en la corbeta inglesa General Wellington, parte de Venezuela hacia Londres acompañando a Simón Bolívar y a Luis López Méndez en la misión diplomática nombrada por la Junta de Gobierno de Caracas cerca del gobierno inglés. Permanecerá en Londres hasta 1829, con grandes períodos de penuria y dificultades económicas. Los más importantes acontecimientos de su vida en Londres, desde 1810 hasta 1829, son los siguientes: encuentro con Francisco de Miranda, quien le permite el uso de la biblioteca, en Grafton Street, que fue una auténtica revelación cultural para Bello, en los libros de Miranda estudia griego; desempeña con acierto la Secretaría de la Misión Diplomática; en 1813, solicita ser incluido en la amnistía que había acordado España a los patriotas americanos; en 1814 se casa con María Ana Boyland de la que enviuda en 1821, de este matrimonio nacieron 3 hijos; se relaciona con intelectuales emigrados españoles y con grandes personalidades inglesas políticas y científicas; en 1815 solicita un puesto al gobierno de Cundinamarca, pero su petición no llega a destino, ya que las tropas de Pablo Morillo interceptan el mensaje; se ofrece al gobierno de las Provincias Unidas del Río de la Plata, pero no llega a trasladarse a Buenos Aires, con todo y haber sido aceptado su ofrecimiento; gracias a José María Blanco White, escritor y polemista español exiliado en la capital británica, recibe auxilios del gobierno inglés y entra como preceptor de los hijos de William Richard Hamilton, subsecretario de Estado; desempeña varias tareas intelectuales, con las que puede sobrevivir en tantas adversidades.

En 1822, es nombrado secretario interino de la Legación de Chile en Londres a cargo de Antonio José de Irisarri; participa en la fundación de la Sociedad de Americanos, que promovió la publicación de 2 grandes revistas: la Biblioteca Americana (1823) y El Repertorio Americano (1826-1827), en las que participó activamente. En 1824, se casa con Isabel Antonia Dunn de cuyo matrimonio nacerán 12 hijos; en 1825 se encarga de la Secretaría de la Legación de la Gran Colombia, en cuyas funciones llegó en 1827, por unos meses, encargado de negocios. En 1826 es elegido miembro de número de la Academia Nacional creada en Bogotá a fines de ese año.

Se le nombra en 1828 cónsul general de Colombia en París, y se le previene que al concretarse las relaciones con Portugal deberá pasar a esa Corte como ministro plenipotenciario, funciones que no llega a ocupar, pues en 1829 decide trasladarse a Santiago de Chile con su familia. Es asombrosa su actividad, tanto en el estudio como en su obra escrita, durante los 19 años de su vida londinense. Trabaja en los asuntos políticos, diplomáticos y hacendísticos americanos a él confiados; investiga asiduamente en el Museo Británico; completa sus conocimientos lingüísticos, filológicos y de historia literaria; se prepara en experiencias diplomáticas y en estudios de derecho internacional; se dedica a la enseñanza privada; dirige publicaciones; llena sus páginas con escritos de carácter enciclopédico; crea sus más grandes poemas originales y elabora estudios de crítica y de historia literaria y filológica. En una palabra, completa y consolida su formación, ensancha sus conocimientos y comienza la labor de publicista que habrá de darle renombre en todo el continente americano y aún más allá de sus límites. En varios campos de conocimiento manifiesta Bello su perfeccionamiento de la formación humanística que había recibido en Caracas. En poesía elabora en sus días londinenses sus 2 poemas: la silva Alocución a la poesía, que imprime en 1823 y la silva La agricultura de la zona tórrida, que ve la luz en 1826; creaciones que lo consagran como el príncipe de la literatura hispanoamericana. Compone, asimismo, otras poesías menores, El himno a Colombia (1825); Carta de Londres a París por un americano a otro (dirigida a José Joaquín Olmedo); Canción a la disolución de Colombia (1829). Traduce del francés y del inglés al castellano (Delille y Byron). Por otra parte, desarrolla su capacidad de crítico literario con estudios sobre Álvarez de Cienfuegos, José Joaquín Olmedo, Diego Fernández de Navarrete, Javier de Burgos, José María Heredia, Cruz Varela, etc.

Las investigaciones sobre el idioma castellano (ortografía, etimología) anuncian al filólogo del lenguaje que habrá de ser en Chile, al escribir la Gramática de la lengua castellana destinada al uso de los americanos (1847). Se adentra en los temas de la crítica filológica y literaria histórica (Sismondi); versificación latina y griega; sistema de asonancias; poesía medieval castellana con sus primeras aportaciones al estudio del Poema del Mío Cid. Y además, su impresionante labor de divulgación en temas geográficos, científicos, médicos, mineralógicos y de historia natural, con el homenaje tributado a Humboldt. Todo ello nos indica un amplio horizonte de intereses, tanto como una sólida formación, lo cual habrá de dar frutos excelentes como maestro y humanista a su regreso a América.

Parte de Londres el 14 de febrero de 1829, llega a Valparaíso el 25 de junio, a bordo del bergantín inglés Grecian y permanecerá en Chile hasta su muerte. Reside durante la casi totalidad de los 36 años en Santiago, pues salvo cortos períodos en Valparaíso y en la hacienda de los Carrera, en San Miguel del Monte, permaneció siempre en la capital chilena o en sus cercanías (Peñalolén). Los sucesos que jalonan la vida de Bello en Chile son los siguientes: en 1829, es nombrado oficial mayor del Ministerio de Hacienda; en 1830, se le designa rector del colegio de Santiago; el mismo año se inicia la publicación de El Araucano, del que fue principal redactor hasta 1853.

En 1831, comienza su actividad como maestro en su propio domicilio; en 1832, publica la primera edición de los Principios de derecho de jentes, transformado luego en Principios de derecho internacional; es nombrado en 1832, miembro de la Junta de Educación; el 15 de octubre de 1832, el Congreso de Chile lo declara chileno legal, con la plenitud de derechos del ciudadano chileno; en 1834, pasa a desempeñar hasta 1852, la Oficialía Mayor del Ministerio de Relaciones Exteriores; en 1835, publica los Principios de ortología y métrica; en 1837, es elegido senador de la República, cargo que desempeña hasta su muerte; en 1840, empieza sus trabajos que culminarán en el Código Civil; en 1841 publica la obra Análisis ideológica de los tiempos de la conjugación castellana y el poema «El incendio de la Compañía», que se estima como la primera manifestación del romanticismo en Chile; en 1842, se decreta la fundación de la Universidad de Chile, cuya inauguración en 1843 es el acto más trascendental en la vida del maestro Bello, quien ejerce su rectorado.

En abril de 1847, publica la primera edición de la Gramática castellana destinada al uso de los americanos; en 1848, publica la Cosmografía o descripción del universo; en 1850, su Historia de la literatura; en 1851, es designado miembro honorario de la Real Academia Española y en 1861, miembro correspondiente; en 1852, termina la preparación del Código Civil, que es aprobado por el Congreso chileno en 1855; en 1864, se le elige árbitro para dirimir una diferencia internacional entre Ecuador y Estados Unidos; en 1865, se le escoge para ser árbitro de la controversia entre Perú y Colombia, encargo que declina por estar gravemente enfermo.

En Chile publica la mayor parte de su obra y moldea generaciones de discípulos. Da a las prensas de manera ininterrumpida los frutos de su ingenio desde sus 48 hasta los 84 años de edad. No es fácil reducir a breve esquema la acción, tan vasta y rica de una larga, silenciosa y paciente vida de trabajo. El propósito fundamental de Bello podría sintetizarse en el «proyecto civilizador» en pro de los países llegados a la independencia nacional, después de la dura lucha por conseguirla. Humanista integral, nos ofrece una personalidad diferente del humanista del Renacimiento, erudito, que se complacía en descifrar cuestiones filológicas o de hermenéutica, hasta cierto punto preciosistas; está más lejos todavía del tipo del pensador que busca únicamente el goce íntimo en la aprehensión de la belleza intelectual en las creaciones humanas.

La finalidad que persigue es distinta: se propone asentar las bases de civilización y cultura, requeridas por las sociedades hispanoamericanas, al advenir a la situación de pueblos emancipados. O sea, que todo lo que hace presenta un profundo contenido político, educativo. Invoca el ejemplo de las civilizaciones precedentes en la historia de la humanidad, obra de pueblos «...que han trabajado para nosotros...»; que formaron naciones ricas de conocimientos, de que «...podemos participar, con solo quererlo...». Fija, entonces, las líneas fundamentales de la educación que por su propio esfuerzo, mediante «...el proceder analítico...», debían conquistar y asimilarlas distintas porciones del vasto continente americano. Tales admoniciones conforman la función básica de un maestro conductor. Visto desde esta perspectiva, se iluminan y se refunden armoniosamente en magnífica unidad los trabajos a que dedicó su poderosa inteligencia y su preparación excepcional, pues todo converge a un mismo fin: civilizar a una América liberada, que requería estudiar y hacer propio el saber universal para adaptarlo a las peculiaridades de cada pueblo. La gran pregunta que Bello se formula durante su residencia en Londres, cuando podía contemplar la América en conjunto (en su historia y en su realidad) es, sin duda, cuál debía ser la educación de cada pueblo para desarrollar la cultura peculiar, equilibrada, sólida, totalizadora, a fin de construir el futuro. En Inglaterra concibió la aplicación de su preparación humanística, perfeccionada respecto a sus días juveniles.

La organización político-social fue su primordial preocupación por cuanto debían definirse «las bases jurídicas del Estado» (no era abogado y sin embargo era el mayor jurista de su tiempo): la enseñanza del derecho romano (nos queda el texto de sus lecciones) y la ordenación constitucional (su participación en la Constitución de 1833, sus cursos de derecho político), son sus primeras actividades docentes en Chile; la elaboración del Código Civil, ardua empresa a la que dedica casi 20 años de tarea ininterrumpida; y lo que ha llamado Guillermo Feliú Cruz «la creación de la administración pública», mediante sus dictámenes y la acción diaria en altos cargos de Gobierno y asesoría en Chile.

Aunque estuviese en la Secretaría de Relaciones Exteriores sus advertencias y consejos abarcaron toda la gobernación del Estado. No hay que olvidar su obra de legislador en el Senado. Con todo ello dejaba asentada la base de la convivencia civil entre ciudadanos. «El papel del Estado en la comunidad de naciones» lo atiende en sus Principios de derecho de jentes (1832) (llamados luego, Principios de derecho internacional, a partir de la segunda edición, 1844). Por otra parte, el dominio de la teoría del derecho internacional le permite dictaminar cada caso concreto, desde la Oficialía Mayor de la Secretaría de Relaciones Exteriores. Se requería además, atender al «lenguaje», como medio providencial de relación entre las naciones del mundo hispánico, por lo que fue también objeto de atención, desde las Advertencias sobre el uso del castellano (1833-1834) hasta culminar en su Gramática (1847).

Por otra parte sus investigaciones sobre el castellano en su historia: Poema del Cid, la Gramática latina (1846), y todos los trabajos sobre la edad media literaria, o estudios sobre el griego y el latín, pertenecen a esta preocupación por preservar el idioma ante cualquier deterioro. La gran urgencia era la «educación», finalidad que persigue no sólo en su decisiva función de rector de la Universidad de Chile (1843), sino en la acción diaria en las aulas o en su propio domicilio. La dedicación a los temas de la enseñanza desde la docencia superior hasta la escuela primaria, fue constante en su vida. Desde el estudio de las bases del raciocinio, que es su Filosofía del entendimiento (edición póstuma, 1881) hasta la definición de los conceptos fundamentales de la educación en su discurso inaugural de la Universidad de Chile (1843) hasta los manuales de estudio que preparó y publicó Cosmografía (1848), Historia de la literatura (1850), Compendio de gramática castellana para uso de las escuelas primarias (1851) y sus advertencias orientadoras sobre la historiografía: Modo de escribir la historia (1848), Modo de estudiar la historia (1848), etc.

En esta finalidad docente debe incluirse su constante preocupación por divulgar el conocimiento de las ciencias. «El buen gusto» entra, plenamente en el campo de su acción civilizadora. Además del goce íntimo que experimenta quien está favorecido por las musas («...adornaron de celajes alegres la mañana de mi vida...», dijo Bello), cultivó la poesía, que le acompaña siempre desde su juventud. Hay que situar en el propósito de la educación del gusto, su labor de traductor de poesía y teatro (francés, inglés, italiano, latín), así como su labor continuada en la crítica literaria. Sobre estos firmes pilares (organización del Estado, vida internacional, lenguaje, educación y formación del buen gusto) edifica su obra ingente. Todo cuanto hace converge a este elevado propósito: definir la civilización hispanoamericana. Para ello, utiliza los medios que tiene a su alcance: el libro, las lecciones, el teatro, el periódico (El Araucano, principalmente).

Si contemplamos la personalidad de Bello comprometido a transmitir el concepto de civilización para Hispanoamérica, todas las partes de su amplísima y variada actividad se ensamblan perfectamente. Y se ratifica la interpretación que la historia de la cultura ha dado a su persona: la de fundador de la cultura americana que habla español, como primer humanista del continente.

Tomado de:

 https://bibliofep.fundacionempresaspolar.org/dhv/entradas/b/bello-andres/

miércoles, 25 de noviembre de 2020

Cultura Unellez VIPI 47. Letratos, poemas de Willian Ramírez

Letratos es una fusión de la memoria, la vida, la nostalgia y el sentimiento hecho poesía. Willian Ramírez en el poema "Llaneros" expresa ese sentir, con el respaldo de esta imagen de José Ignacio Vielma:  

Sombreros contra polvaredas

celajes contra el paisaje

callos contra las riendas

el hombre... la bestia...

Una alianza de siglos... de lanzas...

e independencias...


Willian Ramírez: Destacado escritor y experimentado cultor cojedeño. Entre sus varios  galardones se encuentra la Mención de Honor del Concurso Nacional de Cuentos y Relatos Misterios y Fantasmas Clásicos de la Llanura "Ramón Villegas Izquiel", organizado por la Unellez-VIPI, en San Carlos, Cojedes. En esta universidad, el poeta Ramírez, se desempeña como profesor de Lenguaje y Comunicación e integra el equipo gerencial de la Coordinación de Enlace Cultural. Todos los poemas de esta entrega fueron tomados de "Letratos, publicación electrónica del Ministerio de Poder Popular para la Cultura, a través del Sistema de Imprentas Regional, Fundación El perro y la rana, edición de SER-Cojedes, en San Carlos (2020)

Gracias por su visita.  

Isaías Medina López 

 

PRÓLOGO

Imágenes que viajan

hacia nuevas remembranzas

rodando en trenes de palabras

desde las añoranzas...

...del autor

 

ÁLBUM FAMILIAR

Cuando escucho un violín

escucho la imagen de mi abuelo

(melodioso multiplicador de descendientes)

Cuando toco una llave

sostengo la mano de mi padre

(sabio reparador de máquinas del tiempo)

Cuando huelo la flor que perfuma las noches

los gigantes abrazos de mi madre

(custodia fiel de las artes ancestrales)

vienen a cobijar mis sueños

Cuando pruebo el guiso decembrino

me siento junto a mis hermanos

(diligentes obreros de la hallaca)

en la alegre cocina de la infancia

Cuando leo en el libro de los años

observo la paciencia del pasado

(maestro silencioso del futuro)

 

AMELIA

La sonrisa para abarcar la vida

las manos para forjar los hijos

los ojos para seguir soñando

la imagen…

Para la eternidad…

 

JOSEFINA

Infancia de río y bajareque

mocedad de felices techos rojos

hogar de prole generosa

vejez de matriarcal ternura...

Símbolo infinito de lecciones...

 

RAMÓN

Apenas a los cinco años

amalgamaba la materia prima

que le abriría las puertas de la vida

Ocho décadas después

aun hace girar los meteoritos

que transitan por el universo

 

MAURICIO

La caminadora del parque

es una divertida senda hacia el mañana...

Con el escudo de su sonrisa

y la lanza de la imaginación

el chiquillo avanza en carrera

a conquistar futuras civilizaciones

 

MAYURI

Dulce analogía de mi vida

que nace del otro lado del espejo...

Una mujer capaz

¿quién la puede hallar?

Fuerza y esplendor

son sus vestidos

Sus hijos

la pronuncian feliz

Una mujer capaz

yo la pude hallar

 

MERCEDES

Le agradan maravillosamente

los salmos de la Biblia

los hermosos obsequios

y los antiguos recuerdos…

Le indignan irreversiblemente

las críticas, las burlas

y el desorden…

La sonrisa, la fortaleza

y el amor

son el generoso legado

para su inmensa descendencia

 

ANFITRIONA

Dama recostada hacia el lado izquierdo del sillón

con el libro sagrado en su regazo...

Ícono de hospitalidad

en las longevas montañas del pasado

 

PROFESORA

Las cavilaciones de una genio

las sensualidades femeninas

y las incertidumbres del mañana

se transparentan a través de los anteojos...

¿Podrá la matemática salvar al mundo?

 

NOVELISTA

Asomada al balcón

rememora el escondite maternal…

Rincón de telas y felicidad...

Entre las voces de la calle

ajenas a las cenas familiares

ya no se escucha la lengua patriarcal...

Mirar por su ventana

“es una cosa que le ocurre a uno”

“como amar” o escribir...

 

POETISA

Cabellos invernales

llueven a las caderas

anda en rayos de sol...

Tal es el haikú de su visión

 

TAMBORERA

 Diminutas manos

trueno portentoso

Figura delicada

 poder indetenible

 Noche interminable

aliento suficiente...

Para mirar feliz

hacia el amanecer

 

 DÍA DE FOTO

Los mayores entre los arbustos

los menores en medio del solar

solo dos en el brillo de la lente...

Todos eternos en la esfera de mis ojos

 

 PROMOVIDO

El mapa, el escudo

el lápiz y el cuaderno

desconocen el destino del infante

¿Presidente?

¿Obrero?

¿Científico?

¿Profesor?...

Esa pose futurista

ahora transita descuidada

entre alguno de sus poemarios

 

 BOHEMIO

La mano certera

que hace de la servilleta un pergamino

a la luz de la cerveza

transforma al bebedor en un Quijote

y a la noche...

En una poesía

 

FOTO DE HOMBRE CON BOINA Y ABRIGO DE CUADROS SENTADO A LA MITAD DE UNA PLAZA LEYENDO POESÍA A UN GRUPO DE AMANTES DE LAS LETRAS EN UN TÍPICO  PUEBLO DEL PASADO ENVUELTO EN LA NIEBLA DE LA HISTORIA

¿Acaso soy yo mismo?

 

 HERMANOS

Adultos atrás

niños al frente

felicidad eterna

Queriendo volver a estar allí...

 

 EX GRUPO

La niña ya es una mujer...

El perro ya no es...

La pareja ya no...

Los demás, no más...

 

AMIGAS

Plaza Bolívar

menos profesión

menos trabajo

menos carros

menos esposos

menos descendientes

menos sobrepeso

menos angustias

menos dietas

menos realidades...

Igual a

Adolescencia

 

FOTO POSADA

Solo yo sé

que en esta vereda

la silueta de dos niños

asidos de la mano

es un instante casual

producido por la causalidad

 

PESCADORES

Erguidos sobre la canoa

dan la espalda al horizonte...

Al despojarse de la carga cotidiana

destellan ancestrales energías...

Pues más allá del sol

el Orinoco los abraza cada día

  

TESTIGOS

Sombrillas y maletines

flotan por el vecindario...

Los campos están aptos para la cosecha

y las redes rebosan en el mar...

Cuan hermosos aquellos pies

de los que viajan hacia el porvenir

 

 DE IZQUIERDA A DERECHA

El llano, los andes y Falcón...

Canoeros tras mujeres con intenciones precisas

de amor sin fin...

Teatro, leyendas y poesía…

 

 FOTÓGRAFOS

Con su capturador de momentos

ella juega con el futuro...

Con mi capturador de futuros

yo juego con su momento

 

 ARTISTAS PLÁSTICOS

Bebé: Círculos que expresan universos

Joven: Aves que surcan el invierno

Mamá: Flores que perfumarán la cena

Lienzos: Arcoíris que van tras el color

Pinceles: Alas de la creatividad

 

 ESCRITORES

Una narradora

un cronista

un ensayista

un brindis

un tema

Tertulia...

Un atril

un micrófono

un traje

una barba

un libro

Poeta...

 

 LA LLOVIZNA

Detenerse ante sus crinejas blancas

escuchar la voz de su cascada

transpirar el roce de su alma

para grabar en solo una mirada

los milenarios secretos de sus aguas

 

 COCINA CAMPESINA

Leña, fogón, humo, tierra...

Budare, sancochos, café, arepas...

Charamisas, cenizas, tinajas, agua...

Taparas, pimpinas, posillos, palma...

Taburetes, manares, silletas, cueros...

Papá, mamá, nietos, abuelos...

Noche, luna, lluvia, inviernos...

Violines, cuatro, maracas, viento...

Invitados, vecinos, amigos, perros...

Leyendas, fábulas, canciones, cuentos...