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lunes, 3 de octubre de 2011

LITERATURA UNIVERSAL. UNELLEZ. Unidad IV: Literatura Norteamericana (2011)

Walt Whitman, poeta norteamericano.
Uno de los fundadores de la lírica moderna.
Polémico, audaz y genial.

Contenido: Walt Witman y Ernest Hemingway (realizado por Isaías Medina López)
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La poesía: Walt Withman

Contexto: La literatura de los Estados Unidos de Norteamérica es aún bastante desconocida en los estudios de la literatura occidental, dominada por europeos e hispanos, muchas veces por razones ideológicas, ajenas a su producción literaria, entre las que destaca Edgar Allan Poe, el más influyente de los cuentistas contemporáneos, tomado como el padre de la literatura de lo fantástico. En nuestro tiempo, la asociación con los términos peyorativos “yanqui”  o “gringo”, difundidos con oprobio, y por el impacto comercial  del “best seller” y el cine de Hollywood alejan al estudiante formal de la literatura de obras pertenecientes a autores muy reconocidos, por ejemplo: el dramaturgo Eugene O´Neill en su tragedia intra familiar Más allá del horizonte; la novelista Pearl S. Buck en el drama de lo ancestral reflejado en  La buena tierra; la asombrosa complejidad simbólica del poeta T.S. Elliot en Tierra Baldía y las agrestes  novelas sureñas de William Faulkner, además de un variado conjunto de hechos literarios, dignos, al menos, de conocimiento como cultura general.     
Se asume que el primer gran poeta de ese país es Walt Withman (18191892), editor y humanista. También cultivó el ensayo y el periodismo. Fue impresor y editor de numerosos diarios y revistas.  Su obra contentiva en el libro Hojas de hierba comienza a fraguarse hacia 1850 y será reeditado en versiones corregidas y aumentadas por Whitman en distintas ocasiones, como reverencia a la obsesión por el perfeccionamiento de su propia expresión y el apasionamiento del contenido literario, que le ocupará hasta el final de sus días. Este poemario interminable sacudió con enormes polémicas  a la sociedad de su tiempo por su abierta incitación a la libertad y la sexualidad vital que ha de emparejarse con la necesidad de expresar el amor por la poesía (o canto) según le llamara este poeta. Whitman nos brinda fotografías de su alma al explorar los vastos territorios de su nación y de los hombres que se topara en la áspera realidad de sus oficios en los días en su país se debatía entre las prácticas ancestrales y las nuevas imposiciones de la tecnología y la industrialización. Su expresión es la de un estilo directo, crudo y de versos muy extensos de medida irregular, casi al borde la prosa, escritos al antojo, pero de un portentoso ritmo y fuerza, que le ha ganado infinitos  laureles, traducciones  e imitadores en todo el planeta. En los siguientes poemas podemos apreciar algunas de las características antes señaladas:

Me celebro y me canto a mí mismo

Me celebro y me canto a mí mismo.
Y lo que yo diga ahora de mí, lo digo de ti,
porque lo que yo tengo lo tienes tú
y cada átomo de mi cuerpo es tuyo también.        
Vago... e invito a vagar a mi alma.
Vago y me tumbo a mi antojo sobre la tierra
para ver cómo crece la hierba del estío.
Mi lengua y cada molécula de mi sangre nacieron aquí,
de esta tierra y de estos vientos.
Me engendraron padres que nacieron aquí,
de padres que engendraron otros padres que nacieron aquí,
de padres hijos de esta tierra y de estos vientos también.        
Tengo treinta y siete años. Mi salud es perfecta.
Y con mi aliento puro
comienzo a cantar hoy
y no terminaré mi canto hasta que muera.
Que se callen ahora las escuelas y los credos.
Atrás. A su sitio.
Sé cuál es su misión y no la olvidaré;
que nadie la olvide.
Pero ahora yo ofrezco mi pecho lo mismo al bien que al mal,
dejo hablar a todos sin restricción,
y abro de para en par las puertas a la energía original de la naturaleza
desenfrenada.

Estoy enamorado de cuánto crece al aire libre

Estoy enamorado de cuánto crece al aire libre,
de los hombres que viven entre el ganado,
o de los que paladean el bosque o el océano,
de los constructores de barcos y de los timoneles,
de los hacheros y de los jinetes,
podría comer y dormir con ellos semana tras semana.
Lo más común, vulgar, próximo y simple,
eso soy Yo,
Yo, buscando mi oportunidad, brindándome
para recibir amplia recompensa,
engalanándome para entregar mi ser
al primero que haya de tomarlo,
sin pedir al cielo que descienda cuando yo lo deseo,
esparciéndolo libremente para siempre.

…/…
Voces prohibidas me recorren,
voces de sexo y lujuria,
veladas voces cuyo velo aparto,
voces indecentes por mí purificadas
y transfiguradas.
No me tapo la boca con la mano,
trato con igual delicadeza
a los intestinos que a la cabeza
y el corazón,
la cópula no es para mí más grosera
que la muerte.
Creo en la carne y en los apetitos,
y cada parte, cada pizca de mí
es un milagro.
Divino soy por dentro y por fuera, y
santifico todo lo que toco o me toca,
el aroma de estas axilas es más
hermoso que una plegaria,
esta cabeza más que los templos,
las biblias y todos los credos.


       
2.- La generación perdida: Ernest  Hemingway (El viejo y el mar)
Contexto: La generación perdida es denominación que agrupa los escritores norteamericanos residenciados en Europa desde finales de la Primera Guerra Mundial (1918) hasta 1935. Sobresalen los ganadores del Premio Nóbel de Literatura: William Faulkner (1949, por El ruido y la furia); Ernest  Hemingway (1952, por El viejo y el mar) y Jhon Steinbeck (1962, por Las uvas de la ira), caso sin precedentes ni réplicas  en la literatura universal.
Ernest  Hemingway (1899-1961) fue un novelista y articulista de acrecentada notoriedad, pero, lamentablemente  su obra poética y sus cuentos no gozan de igual preponderancia. El carácter polémico de su trabajo  literaria y sus posturas políticas matizadas por la inconformidad social y económica de su tiempo permiten trazar algunos paralelismos biográficos a con Walt  Whitman, además ambos fueron camilleros voluntarios distinguidos por su valentía en el frente de Guerra; Whitman en la uerra de Secesión y  Hemingway en la I Guerra Mundial. Tercos y frontales nunca cambiaron sus ideales por presiones ajenas, solo, lo hicieron por su propia convicción. En otro paralelo, en este caso a la inversa,  a observar, notamos en que en  Whitman la extensión de sus versos nos acerca a la prosa, mientras que Hemingway usa cortas frases, más parecidas a la escritura en  versos. 
El viejo y el mar es una novela en la que el  anciano pescador Santiago, no acepta las pesadas condiciones de su edad y su decadencia física como pescador solitario de alta mar. Emprende una lucha por recuperar su  antiguo prestigio, principalmente ante su antiguo ayudante Manolín, unidos ambos por un afecto paternal muy conmovedor y franco. La afamada prosa de Hemingway, de frases muy cortas describe los problemas que enfrenta Santiago:

Era un viejo que pescaba solo en un bote en la corriente del Golfo y hacía ochenta y cuatro días que no cogía un pez. En los primeros cuarenta días había tenido consigo a un muchacho. Pero después de cuarenta días sin haber pescado, los padres del muchacho le habían dicho que el viejo estaba definitiva y rematadamente salao lo cual era la peor forma de la mala suerte; y por orden de sus padres, el muchacho había salido en otro bote, que cogió tres buenos peces la primera semana. Entristecía al muchacho ver al viejo regresar todos los días con su bote vacío, y siempre bajaba a ayudarle a cargar los rollos de sedal o el bichero y el arpón y la vela arrollada al mástil. La vela estaba remendada con sacos de harina y, arrollada, parecía una bandera en permanente derrota. El viejo era flaco y desgarbado, con arrugas profundas en la parte posterior del cuello. Las pardas manchas del benigno cáncer de la piel que el sol produce con sus reflejos en el mar tropical, estaban en sus mejillas. Estas pecas corrían por los lados de su cara hasta bastante abajo, y sus manos tenían las hondas cicatrices que causa la manipulación de las cuerdas cuando sujetan los grandes peces. Pero ninguna de estas cicatrices era reciente. Eran tan viejas como las erosiones de un árido desierto (p. 6)

Este Quijote cubano del mar atrapa un enorme pez, más grande que su bote, pero su presa es devorada poco a poco  por los tiburones que consigue en su regreso a casa. Sin hacer caso a esta nueva dificultad regresa a la playa. Magistralmente  Hemingway deja a nuestra imaginación los pensamientos que lo sacuden:

Se ajustó el saco a los hombros y puso el bote sobre su derrota. Navegó ahora livianamente y no tenía pensamientos ni sentimientos de ninguna clase. Ahora estaba más allá de todo y gobernó el bote para llegar a puerto lo mejor y más inteligentemente posible. De noche los tiburones atacan las carroñas como pudiera uno recoger migajas de una mesa. El viejo no les hacía caso. No hacia caso de nada, salvo del gobierno del bote. Sólo notaba lo bien y ligeramente que navegaba el bote ahora que no llevaba un gran peso amarrado al costado p. 43

Finalmente Santiago, triunfante y derrotado a la vez,  recobra la ayuda de Manolín, y tendido en cama mientras sueña con leones marinos, nos muestra el valor de la fe en el espíritu humano y en la infinitud de la naturaleza –profunda y misteriosa, extensa y generosa a la vez- que encarna el mar.  

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