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lunes, 3 de octubre de 2011

LITERATURA UNIVERSAL. UNELLEZ. Unidad II. El teatro clásico en el Renacimiento

Poeta y dramaturgo aún no igualadao
en la profunda densidad de su obra.


Análisis de obras de Shakespeare, Molère y Calderón de la Barca (Texto de Isaías Medina López)

TEATRO CLÁSICO INGLÉS: SHAKESPEARE (HAMLET)

Contexto: El renacimiento es un periodo artístico, intenso y de corta duración,  que influyó de distintas maneras a las naciones de Europa y al recién “descubierto” continente americano. Marca el auge de la iglesia protestante sobre la literatura. Ante el fuerte determinismo religioso de la era medieval, intenta imponer el humanismo, con el retorno de los valores clásicos de la época greco-romana. En la literatura comprende desde la aparición de la imprenta de Gutemberg (en 1550), hasta la publicación de la segunda parte de El Quijote de la Mancha en 1615, e inicio del barroco.     
Se suele estudiar al teatro clásico inglés de acuerdo a la producción del poeta y dramaturgo  William Shakespeare (1564-1616), agrupado así: a) dramas históricos; b) comedias y c) tragedias. En estas últimas destaca la sangrienta y suicida venganza del príncipe Hamlet (obra datada hacia 1600), contra su tío-padrastro y rey de Dinamarca, Claudio y su madre y reina Gertrudis (véase Edipo rey, de Sófocles). También hará referencia histórica simbólica a las disputas  entre el reino de Noruega, representado por Fortimbrás y el de Dinamarca. Hamlet aparecerá como hijo obediente  de un fantasma, el fallecido rey Hamlet, y siguiendo la impronta de este fatídico nombre igual perecerá traicionado. El príncipe y el rey Claudio traman y consiguen la muerte del otro, en oscuras conspiraciones entre reyes y familiares. La ira que  le induce su padre a Hamlet será semejante a la de Aquiles en la Ilíada, pues “arrojará a las fauces  de la muerte”, además de los antes nombrados,  a toda la familia de Polonio y los escuderos Rosencrantz y Guildenstern.   
Los sucesivos cuadros escénicos presentan eventos demostrativos de los pecados capitales, como la avaricia, la lujuria, el orgullo y la ira, junto al desencanto. El príncipe Hamlet, al hacerse pasar por loco desquicia a los demás, al mismo tiempo que plante enormes interrogantes de lo qué es la vida, adelantándose, de esta manera al romanticismo y al existencialismo. También destaca la técnica del monólogo, expuesta con vehemencia en este famoso pasaje, en el que Shakespeare, pareciera suavizar con su genial poesía la aridez de esta obra tan compleja:  
    
"Ser o no ser, esa es la cuestión: Si es más noble para el alma soportar las flechas y pedradas de la áspera Fortuna o armarse contra un mar de adversidades y darles fin en el encuentro. Morir: dormir, nada más. Y si durmiendo terminaran las angustias y los mil ataques naturales herencia de la carne, sería una conclusión seriamente deseable. Morir, dormir: dormir, tal vez soñar. Sí, ese es el estorbo; pues qué podríamos soñar en nuestro sueño eterno, ya libres del agobio terrenal, es una consideración que frena el juicio y da tan larga vida a la desgracia. Pues, ¿quién soportaría los azotes e injurias de este mundo, el desmán del tirano, la afrenta del soberbio, las penas del amor menospreciado, la tardanza de la ley, la arrogancia del cargo, los insultos que sufre la paciencia, pudiendo cerrar cuentas uno mismo con un simple puñal? ¿Quién lleva esas cargas, gimiendo y sudando bajo el peso de esta vida, si no es porque el temor al más allá, la tierra inexplorada de cuyas fronteras ningún viajero vuelve, detiene los sentidos y nos hace soportar los males que tenemos antes que huir hacia otros que ignoramos? La conciencia nos vuelve unos cobardes, el color natural de nuestro ánimo se mustia con el pálido matiz del pensamiento, y empresas de gran peso y entidad por tal motivo se desvían de su curso y ya no son acción.”
Así mismo podemos rastrear expresiones presentes en El Decameron de Bocaccio, pero no diluido entre “cien novelas” que en verdad son cuentos, sino en la condensación  de un personaje dentro de una obra de corta duración: "Presta oídos a todos, pero a pocos tu voz; recibe la censura de todos pero resérvate tu juicio" y, entre muchas: “Porque nada hay bueno ni malo, sino en fuerza de nuestra fantasía”. Atiéndase, además, que esta obra es una tragedia y no una cuentística del entretenimiento, como lo evidencia este fragmento:

“HORACIO: … Me oiréis hablar (pues todo os lo sabré referir fielmente) de acciones crueles, bárbaras, atroces sentencias que dictó el acaso estragos imprevistos, muertes ejecutadas con violencia y aleve astucia y al fin, proyectos malogrados, que han hecho perecer a sus autores mismos.”
Al respecto acotamos que Horacio es el personaje escogido por el propio Shakespeare para insertarse en la obra y en este diálogo, sostenido al final de la pieza,  da a entender que su misión no es juzgar los hechos sino narrarlos con el alma pues no fue él quien los  causó. Justamente el final de la obra supone un apogeo de la violencia no antes sugerido en toda esta pieza. Bajo la excusa de propiciar un supuesto duelo entre amigos, el usurpador rey  Claudio,  hace servir una copa con veneno, pero la envenenada es la reina Gertudris. En este duelo Laertes y Hamlet se hieren a muerte mutuamente. Hamlet, viéndose envenenado y moribunda su madre (lo que había prohibido el fallecido rey Hamlet, mata al ilegitimo rey Claudio. Al consumarse este holocausto, el Príncipe Fortimbrás, reaparece y  aprovecha la ocasión para erigirse como rey de Dinamarca, quien consuma una venganza histórica, pues el asesinado rey Hamlet mató al padre de Fortimbrás, el rey Fortimbrás de Noruega.  Fortimbrás y Horacio serán los únicos personajes sobrevivientes en este intenso drama.


2.- EL TEATRO CLÁSICO FRANCÉS: LA COMEDIA. MOLIÈRE (EL AVARO)
El Avaro es el texto por excelencia que denuncia la doble cara de la burguesía europea de todos los tiempos. El avaro Harpagón, intenta casarse con la humilde Mariana, pero ella ama al hijo de este: Cleanto. Harpagón, intenta casar a sus hijos por riquezas y rango social, eje del cual no podrán escapar los distintos personajes y que genera los entrecruzamientos de historias de la trama. La obra fue escrita por Jean-Baptiste Poquelin, apodado Molière (16221673), actor y dramaturgo considerado un maestro universal de la comedia. Los numerosos enredos de esta comedia comienzan a aclarar cuando Mariana, revela a Anselmo, su padre, su identidad y sufrimientos, a partir de un naufragio:    

“MARIANA. Sí. Mi corazón se ha conmovido no bien abristeis la boca, y nuestra madre, a quien vais a cautivar, me habló mil veces de los infortunios de nuestra familia. El Cielo no nos hizo perecer tampoco en ese triste naufragio; mas nos salvó la vida y nos privó de libertad: fueron unos corsarios los que nos recogieron a mi madre y a mí sobre unos restos de nuestro navío. Después de diez años de esclavitud, una suerte venturosa nos devolvió nuestra libertad y regresamos a Nápoles, donde encontramos todos nuestros bienes vendidos, sin que pudiéramos saber allí noticias de nuestro padre. Nos trasladamos a Génova, adonde mi madre fue a recoger los míseros residuos de una herencia que había sido anulada, y desde allí, huyendo de la bárbara injusticia de sus parientes, vino ella a estos lugares, en donde ha vivido tan sólo una vida casi mísera”.

Mariana se erige en el personaje sobre quien recaen las injusticias de su época (a semejanza de la Cenicienta); por ser mujer, pobre, e incluso esclava. Su voluntad inspira a Cleanto, quien despeja el caso policial (corrupta y al servicio de Harpagón) de la pérdida del arca del tesoro de su padre y al devolverlo exige casarse con Mariana (p. 98):  

“CLEANTO. No os atormentéis padre mío, ni acuséis a nadie. He conseguido noticias de vuestro asunto, y vengo a deciros que si queréis decidiros a dejarme casar con Mariana, vuestro dinero os será devuelto.
HARPAGÓN. ¿Dónde está?
CLEANTO. No os aflijáis. Está en un sitio del que respondo, y todo depende de mí. A vos toca decirme lo que decidís, y podéis escoger entre darme a Mariana o perder vuestra arquilla.
HARPAGÓN. ¿No han quitado nada de ella?
CLEANTO. Nada en absoluto”.

El arca del tesoro de Harpagón se convierte en el objeto mágico que anuda y desanuda la trama. Su rescate provoca la negociación matrimonial entre los padres de los enamorados en los que Harpagón saldrá triunfante: 

“ANSELMO. El Cielo, hijos míos, no ha vuelto a traerme entre vosotros para que contraríe vuestros anhelos. Señor Harpagón, consentid, como yo.
HARPAGÓN. Para buscar consejo tengo que ver mi arca.
CLEANTO. La veréis sana e íntegra.
HARPAGÓN. No tengo dinero que dar en matrimonio a mis hijos.
ANSELMO. Pues bien, yo lo tengo para los dos; no os preocupéis por esto.
HARPAGÓN. ¿Os comprometéis a correr con todos los gastos de estos dos casamientos?
ANSELMO. Sí, me comprometo a ello. ¿Estás satisfecho?
HARPAGÓN. Sí, con tal que me encarguéis un traje para las bodas.
ANSELMO. De acuerdo. Vamos a gozar de la dicha que este día feliz nos depara.
HARPAGÓN. ¿Pagaréis, entonces, al comisario?
ANSELMO. Sea. Vamos pronto a participar nuestra alegría a vuestra madre.
HARPAGÓN. Y yo, a ver mi amada arca”.

Pese a las satisfacciones de los demás personajes, el triunfo parcial de Harpagón no constituye un clásico final feliz. Su autor nos deja ver de esta manera que las diferencias sociales siempre persistirán sobre todo cuando el dinero queda de por medio.

3.- Teatro clásico español: Calderón de la Barca (La vida es sueño)
Contexto El barroco, es un movimiento artístico de corta duración en Europa, pero de gran influencia en América, se le ubica entre el renacimiento (1625) y el neoclasicismo (1750). Traduce: irregular, sobrecargado, sobredimensionado (exceso), como el que aborda el texto en estudio: la libertad de albedrío frente al destino marcado. 
La escenificación teatral de La vida es sueño ocurrió en 1635 y la primera publicación del texto se edita en 1636. Esta extensa y ambiciosa pieza está clasificada como tragicomedia, singular simbiosis donde se fusionan unirá lo trágico y grave con lo ligero y risueño.  Retoma el tema de Edipo rey sobre el oráculo; el rey Basilio de Polonia,  por temor al designio que marca su final a manos de su hijo (Segismundo) lo encierra en una torre y su carcelero Clotaldo, le hace creer que su infernal presidio es un sueño. Tras ser liberado y nuevamente apresado, Segismundo, escapa y vence a su padre y le perdonará. Sus peripecias, también, contendrán un extraño cruce de noviazgos y matrimonios entre el duque Astolfo, Estrella, Rosaura y Segismundo, dándole un toque humorístico y medio disparatado a la obra.
La Vida es sueño, encaja dentro del molde establecido por Félix Lope de Vega (1562-1635), de esta forma tendremos que su planteamiento se da en la primera parte, cuando Rosaura, ataviada como un hombre irrumpe en la torre donde Segismundo está encerrado, luego, el rey Basilio expone su contrariedad hacia su hijo Segismundo bajo las oscuras predicciones del oráculo y se revelan las ambiciones del poder del duque Astolfo y su novia Estrella. Su nudo corresponderá al momento en que Basilio permite a Segismundo conocer el mundo real de la corte, en la cual este protagonista demuestra su crueldad (carácter de bestia), tanto que el rey decide regresarlo a la torre. El desenlace se da con la liberación de Segismundo, la derrota de su padre, y “enlaces” matrimoniales, ya definitivos, entre Adolfo y Rosaura y, entre  Segismundo y Estrella; aquí se dará la acción clave de la pieza, cuando Segismundo prefiere perdonar a su padre, por el temor a que matarlo puede traerle malas consecuencias, pues resulta es muy probable que solo esté viviendo un sueño. Segismundo luego de haberse comportado como bestia experimenta adquiere un súbito autodominio hasta alcanzar la  generosidad magnánima en un drama filosófico que a trapa al espectador-lector.   
El texto pertenece a Pedro Calderón de la Barca (16001681), dramaturgo, poeta, militar y sacerdote. Las vistosas acciones y el drama de la pieza le hubiesen bastado para ser una obra maestra, principalmente, porque nos abre un abanico inverso al Quijote; a quien se le intenta ubicar dentro de la realidad, en cambio Segismundo es forzado a tener la vida como un sueño. Sin embargo, lo que le eleva a patrimonio universal  es el siguiente poema declamado por Segismundo, en las horas terribles de su injusto cautiverio:

Es verdad; pues reprimamos
esta fiera condición,
esta furia, esta ambición,
por si alguna vez soñamos;
y sí haremos, pues estamos
en mundo tan singular,
que el vivir sólo es soñar;
y la experiencia me enseña
que el hombre que vive, sueña
lo que es, hasta despertar.
Sueña el rey que es rey, y vive
con este engaño mandando,
disponiendo y gobernando;
y este aplauso, que recibe
prestado, en el viento escribe,
y en cenizas le convierte
la muerte, ¡desdicha fuerte!
¿Que hay quien intente reinar,
viendo que ha de despertar
en el sueño de la muerte!
Sueña el rico en su riqueza,
que más cuidados le ofrece;
sueña el pobre que padece
su miseria y su pobreza;
sueña el que a medrar empieza,
sueña el que afana y pretende,
sueña el que agravia y ofende,
y en este mundo, en conclusión,
todos sueñan lo que son,
aunque ninguno lo entiende.
Yo sueño que estoy aquí
de estas prisiones cargado,
y soñé que en otro estado
más lisonjero me vi.
¿Qué es la vida?  Un frenesí.
¿Qué es la vida?  Una ficción,
una sombra, una ilusión,
y el mayor bien es pequeño;
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.

Este poema magistral lo declama Segismundo intenta saber quién y qué es, su duda filosófica, es un tormento que sobrellevamos todos los seres humanos y que influirá como pocos poemas en los siguientes escritores, incluidos los autores del mañana. ¿Hombre, bestia o sueño?, junto a la disyuntiva entre el libre albedrío y el destino, que atormentará a todos los personajes de esta pieza. Estas preguntas tan profundas dejan incógnitas aún no despejadas sobre la real o la soñada condición humana. 

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