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miércoles, 25 de noviembre de 2020

Cultura Unellez VIPI 47. Letratos, poemas de Willian Ramírez

Letratos es una fusión de la memoria, la vida, la nostalgia y el sentimiento hecho poesía. Willian Ramírez en el poema "Llaneros" expresa ese sentir, con el respaldo de esta imagen de José Ignacio Vielma:  

Sombreros contra polvaredas

celajes contra el paisaje

callos contra las riendas

el hombre... la bestia...

Una alianza de siglos... de lanzas...

e independencias...


Willian Ramírez: Destacado escritor y experimentado cultor cojedeño. Entre sus varios  galardones se encuentra la Mención de Honor del Concurso Nacional de Cuentos y Relatos Misterios y Fantasmas Clásicos de la Llanura "Ramón Villegas Izquiel", organizado por la Unellez-VIPI, en San Carlos, Cojedes. En esta universidad, el poeta Ramírez, se desempeña como profesor de Lenguaje y Comunicación e integra el equipo gerencial de la Coordinación de Enlace Cultural. Todos los poemas de esta entrega fueron tomados de "Letratos, publicación electrónica del Ministerio de Poder Popular para la Cultura, a través del Sistema de Imprentas Regional, Fundación El perro y la rana, edición de SER-Cojedes, en San Carlos (2020)

Gracias por su visita.  

Isaías Medina López 

 

PRÓLOGO

Imágenes que viajan

hacia nuevas remembranzas

rodando en trenes de palabras

desde las añoranzas...

...del autor

 

ÁLBUM FAMILIAR

Cuando escucho un violín

escucho la imagen de mi abuelo

(melodioso multiplicador de descendientes)

Cuando toco una llave

sostengo la mano de mi padre

(sabio reparador de máquinas del tiempo)

Cuando huelo la flor que perfuma las noches

los gigantes abrazos de mi madre

(custodia fiel de las artes ancestrales)

vienen a cobijar mis sueños

Cuando pruebo el guiso decembrino

me siento junto a mis hermanos

(diligentes obreros de la hallaca)

en la alegre cocina de la infancia

Cuando leo en el libro de los años

observo la paciencia del pasado

(maestro silencioso del futuro)

 

AMELIA

La sonrisa para abarcar la vida

las manos para forjar los hijos

los ojos para seguir soñando

la imagen…

Para la eternidad…

 

JOSEFINA

Infancia de río y bajareque

mocedad de felices techos rojos

hogar de prole generosa

vejez de matriarcal ternura...

Símbolo infinito de lecciones...

 

RAMÓN

Apenas a los cinco años

amalgamaba la materia prima

que le abriría las puertas de la vida

Ocho décadas después

aun hace girar los meteoritos

que transitan por el universo

 

MAURICIO

La caminadora del parque

es una divertida senda hacia el mañana...

Con el escudo de su sonrisa

y la lanza de la imaginación

el chiquillo avanza en carrera

a conquistar futuras civilizaciones

 

MAYURI

Dulce analogía de mi vida

que nace del otro lado del espejo...

Una mujer capaz

¿quién la puede hallar?

Fuerza y esplendor

son sus vestidos

Sus hijos

la pronuncian feliz

Una mujer capaz

yo la pude hallar

 

MERCEDES

Le agradan maravillosamente

los salmos de la Biblia

los hermosos obsequios

y los antiguos recuerdos…

Le indignan irreversiblemente

las críticas, las burlas

y el desorden…

La sonrisa, la fortaleza

y el amor

son el generoso legado

para su inmensa descendencia

 

ANFITRIONA

Dama recostada hacia el lado izquierdo del sillón

con el libro sagrado en su regazo...

Ícono de hospitalidad

en las longevas montañas del pasado

 

PROFESORA

Las cavilaciones de una genio

las sensualidades femeninas

y las incertidumbres del mañana

se transparentan a través de los anteojos...

¿Podrá la matemática salvar al mundo?

 

NOVELISTA

Asomada al balcón

rememora el escondite maternal…

Rincón de telas y felicidad...

Entre las voces de la calle

ajenas a las cenas familiares

ya no se escucha la lengua patriarcal...

Mirar por su ventana

“es una cosa que le ocurre a uno”

“como amar” o escribir...

 

POETISA

Cabellos invernales

llueven a las caderas

anda en rayos de sol...

Tal es el haikú de su visión

 

TAMBORERA

 Diminutas manos

trueno portentoso

Figura delicada

 poder indetenible

 Noche interminable

aliento suficiente...

Para mirar feliz

hacia el amanecer

 

 DÍA DE FOTO

Los mayores entre los arbustos

los menores en medio del solar

solo dos en el brillo de la lente...

Todos eternos en la esfera de mis ojos

 

 PROMOVIDO

El mapa, el escudo

el lápiz y el cuaderno

desconocen el destino del infante

¿Presidente?

¿Obrero?

¿Científico?

¿Profesor?...

Esa pose futurista

ahora transita descuidada

entre alguno de sus poemarios

 

 BOHEMIO

La mano certera

que hace de la servilleta un pergamino

a la luz de la cerveza

transforma al bebedor en un Quijote

y a la noche...

En una poesía

 

FOTO DE HOMBRE CON BOINA Y ABRIGO DE CUADROS SENTADO A LA MITAD DE UNA PLAZA LEYENDO POESÍA A UN GRUPO DE AMANTES DE LAS LETRAS EN UN TÍPICO  PUEBLO DEL PASADO ENVUELTO EN LA NIEBLA DE LA HISTORIA

¿Acaso soy yo mismo?

 

 HERMANOS

Adultos atrás

niños al frente

felicidad eterna

Queriendo volver a estar allí...

 

 EX GRUPO

La niña ya es una mujer...

El perro ya no es...

La pareja ya no...

Los demás, no más...

 

AMIGAS

Plaza Bolívar

menos profesión

menos trabajo

menos carros

menos esposos

menos descendientes

menos sobrepeso

menos angustias

menos dietas

menos realidades...

Igual a

Adolescencia

 

FOTO POSADA

Solo yo sé

que en esta vereda

la silueta de dos niños

asidos de la mano

es un instante casual

producido por la causalidad

 

PESCADORES

Erguidos sobre la canoa

dan la espalda al horizonte...

Al despojarse de la carga cotidiana

destellan ancestrales energías...

Pues más allá del sol

el Orinoco los abraza cada día

  

TESTIGOS

Sombrillas y maletines

flotan por el vecindario...

Los campos están aptos para la cosecha

y las redes rebosan en el mar...

Cuan hermosos aquellos pies

de los que viajan hacia el porvenir

 

 DE IZQUIERDA A DERECHA

El llano, los andes y Falcón...

Canoeros tras mujeres con intenciones precisas

de amor sin fin...

Teatro, leyendas y poesía…

 

 FOTÓGRAFOS

Con su capturador de momentos

ella juega con el futuro...

Con mi capturador de futuros

yo juego con su momento

 

 ARTISTAS PLÁSTICOS

Bebé: Círculos que expresan universos

Joven: Aves que surcan el invierno

Mamá: Flores que perfumarán la cena

Lienzos: Arcoíris que van tras el color

Pinceles: Alas de la creatividad

 

 ESCRITORES

Una narradora

un cronista

un ensayista

un brindis

un tema

Tertulia...

Un atril

un micrófono

un traje

una barba

un libro

Poeta...

 

 LA LLOVIZNA

Detenerse ante sus crinejas blancas

escuchar la voz de su cascada

transpirar el roce de su alma

para grabar en solo una mirada

los milenarios secretos de sus aguas

 

 COCINA CAMPESINA

Leña, fogón, humo, tierra...

Budare, sancochos, café, arepas...

Charamisas, cenizas, tinajas, agua...

Taparas, pimpinas, posillos, palma...

Taburetes, manares, silletas, cueros...

Papá, mamá, nietos, abuelos...

Noche, luna, lluvia, inviernos...

Violines, cuatro, maracas, viento...

Invitados, vecinos, amigos, perros...

Leyendas, fábulas, canciones, cuentos... 

jueves, 6 de agosto de 2020

Cultura Unellez-VIPI. 24. Mi amigo Bernabé y otros relatos del deporte (Héctor Nuno González)


Llanera con atuendos deportivos y cerca del río donde vivió Carlitos. 
Imagen en el archivo de Paolyta Torres




CARLITOS, EL 10 DEL PASO LAS NEGRAS

La madrugada de aquella histórica semifinal, su padrastro golpeó a su madre y hermanito. Cada episodio similar dejaba un halo de tristeza y desaliento en Carlitos, el 10 del Paso las Negras, el zurdo que dribla a todos en la sub 14. Sus ojos contenían las lágrimas, de nuevo violencia en casa y, por otra parte, Venezuela perdía 1- 0 ante Uruguay por las semifinales del mundial sub 20, corría el minuto 89 y no parecía haber por dónde.

Estalló en llanto cuando Samuel Sosa clavó en el ángulo aquel tiro libre, no podía gritar y se tragó cada letra del gol, hipeando de alegría y desazón. Vio la prorroga en silencio y lloró con más ganas luego que Wuilker Fariñez tapó el penal que ponía a Venezuela en la final. Se fue a la cama y murmuró plegarias que de nada habían servido hasta entonces, pero que aliviaban su alma atribulada e inquieta.

Carlitos no conoció a su padre ni su padre lo conoció a él, murió luego de un disparo en la cabeza mientras huía de un robo. Lo dejó estando en el vientre de su madre, cuando ella ni siquiera sabía cuidar de sí misma. Vivían en el barrio Paso las Negras de San Carlos, en una piecita triste y llena de cornetas estruendosas.

Carlitos es elocuente dentro y fuera de la cancha, tiene ojos negros profundos y curiosos, piel trigueña y cabello de indio. El profe lo pone de enganche en un 4-2-3-1 dinámico y efectivo, propio para moverse a sus anchas en zona 3, pasar rivales como conos, abrir las bandas con limpidez, tirar un pase al fondo para  provocar un mano a mano y de vez en cuando, solo de vez en cuando porque su placer está en pasarla, meterla en el arco con elegancia y maestría.

Carlitos es de alma noble, incapaz de hacerle daño a nadie. El ambiente que lo rodeaba en casa, lleno de alcohol, drogas y violencia en todas sus expresiones, no transformó su corazón lleno de bondad. Cuando descubrió lo maravilloso de patear una pelota, sus sueños viajaron lejos y, por cada lágrima derramada en casa, se afianzaba más su anhelo de jugar en la Vinotinto. El fútbol es su refugio.

Un día el Club consiguió un amistoso con la selección nacional sub 15 de Venezuela dirigida por Frank Piedrahita. Carlitos no cabía en sí, era su gran chance, el profe le dijo que buscaban un 10 para llevárselo al Suramericano.

El día del partido, Carlitos dio recital en el Barreto Méndez, asistió a dos compañeros y marcó de pelota quieta en el empate a 3 de ambos equipos.

Tras el pitazo final, Piedrahita se le acercó y puso su mano fuerte en sus hombros exclamando: “Carlitos, tú serás el 10 de mi equipo, preséntate en el último modulo que será en Margarita en 15 días, nos vamos al suramericano, serás Vinotinto”.

Carlitos lloraba de alegría, el profe prometió gestionar todos sus permisos, gastos y cualquier dilema que pudiera surgir en su hogar disfuncional.

La mañana que debía viajar, fue al cementerio a visitar la tumba de su padre, esta vez invadido por una sensación de libertad, colmado de un destino del que se sabía dueño. Frente a la lápida exclamó lleno de orgullo: “Puedes estar orgulloso, papá. Siéntete feliz porque, como siempre has querido, no voy a ser como tú, seré el 10 de la Vinotinto”.

 

CHIMOERO

“El cátcher es González”, frase dilecta de las muchas que oí de su voz recia, fuerte y firme, la misma cuales ecos retumbarán para siempre en cada rincón del estadio de Las Vegas. En contraste con su voz y carácter de Sargento, está su figura enjuta y piernas flacas, en su piel morena oscura destacan grandes ojos negros, esos infalibles en los detalles, los que veían poca melodía en un wine up, mala sincronía en un swing, poca elegancia en el fildeo o mezquina entrega en la jugada.

Recuerdo cuando entraba al estadio y saludaba: “Epa, muerto”. Su mano siempre empuñaba un bate lánguido y desvencijado, llamado fongo, ideal para dar elevados y roletazos a sus entrenados.

Chimoero vestía sencillo en cada práctica, mono de pelotero, franela deportiva y gorra medio puesta. Era la misma pinta con la que repartía la correspondencia de la Compañía Anónima Nacional de Teléfonos de Venezuela, faena a la que dedicó muchos años de su vida.

Luis “Chimoero” Palencia era un lanzador prolijo, un curveador elegante que compitió en la entrañable liga doble A de los 70. Pero el recuerdo más bonito y valioso que Chimoero tiene para su gente, es en su rol de entrenador. Cuánto agradecimiento de varias generaciones de peloteros vegueros y cojedeños para con este personaje.

Chimoero defiende siempre a su manada cuál lobo, una noche, luego de una larga inauguración de un campeonato estadal en el estadio Alfonso Ríos de San Carlos, un raterito arrancó de mi cabeza la gorra del uniforme y se fue en carrera. Chimoero saltó de la pickup en la que estábamos con la agilidad de un acróbata, tomó la primera piedra que alcanzaron sus manos y la arrojó con fiereza al niño que corría victorioso. Fue inútil el esfuerzo, pero me quedó su actitud de padre protector.

Su consejo fue clave para el campeonato nacional que ganamos en Yaracuy en 1999, donde 5 vegueros fuimos parte del roster de la selección de Cojedes; gracias a él Engelberto Caballero repartió leña en cualquier estadio al que fue; su palabra sabia inspiró al poeta Enrique de la Vega a escribir y cantar:

“Coge la bola me decía Luis Chimoero, cuando en el campo la perdía por un error, usa la mente y la malicia que eso es bueno, si en un momento piensas llegar a campeón”. Raiwinson Lameda firmó con Boston Red Sox y desde entonces, lo menciona siempre entre las personas más importantes y decisivas de su carrera.

En cuanto a mi concierne, querido amigo, ya no soy aquel receptor que hiciste capaz de llamar buenos lanzamientos del pitcher ni de fajarse tras el home con la valentía de un espartano. Pero si puedo, al menos eso creo, rendir culto con esta pieza literaria a tu inmortal aporte. Por eso, apreciado Chimoero, te dejo estas líneas capaces de trascender el tiempo y el espacio, como símbolo de agradecimiento y cariño, en nombre de mi generación y de todas las que con esfuerzo y altruismo formaste en el béisbol.

 

MI AMIGO BERNABÉ

Por fonética o sólo para no forzar su garganta, me decía Jeito en lugar de Héctor. Lo conocí en mi alegre paso por la Empresa Socialista Pedro Camejo, la CVA de las máquinas, como la llamaban en el pueblo.

Bernabé es un viejo firme, con ojos verdes de gato astuto, la piel curtida por las sales de la vida y de formas lentas pero confiadas. Era uno de los tractoristas más experimentados de la institución, su acento guaro delata su origen. Llegó al Charcote convocado por la lucha de tierras y allí permanece, ya en otro contexto de la historia.

Bernabé nunca decía no, cigarro en mano me miraba con complicidad y exclamaba: “Usted si j… Jeito”. Cuando algo salía mal y me veía obligado a interpelarlo, se excusaba con una de las frases más tiernas que oí jamás: “Yo toi viejo Jeito”.

Hallaba un apodo para todos, al jefe de seguridad, de apellido Kowalesinski, le decía Kawasaki, al jefe de taller le decía fresita, y a Yurancis, su amada y consentida, la llamaba machito.

Bernabé dice que es malandro, con base en todas las cosas hechas en la vida, una de ellas armar muchas tanganas y amanecer varias veces encanado. Por lo general usa camisa a cuadros, jeans desvencijados, botas vaqueras y gorra medio puesta. Su cabello es blanco y camina arrastrando los pies.

Escribo estas líneas a modo de agradecimiento, no hay cigarros en el mundo para agradecerle la gentileza con la que siempre me trató, especialmente en aquellos días donde me aventuré a prepararme en docencia universitaria en Maracay.

Era época de bonanza y quincenas decentes, Bernabé tenía un carrito azul, que en aspecto era verlo a él con 4 llantas adheridas. Yo tenía que estar muy temprano los sábados en el pedagógico, era imposible salir de Las Vegas antes de las 6 am en transporte público. Él se ofreció para llevarme cada semana al terminal de San Carlos a las 4 de la madrugada. Siempre práctico para argumentar dijo: “Yo casi no duermo Jeito, yo lo llevo”.

Así fue en los 6 meses intensos que duró mi preparación docente, un día olvidé avisarle de una clase cancelada y a las 4 am me despertó un ruido de piedras sobre el techo, era el viejo Bernabé esperando afuera, por la ventana distinguí su sonrisa sincera. Me excusé y respondió sin atisbo de reproche: “Usted si es loco Jeito”.

El mundo dio vueltas y nuestros caminos cogieron rumbos disímiles, hace unos días la causalidad me lo puso enfrente en un lugar del sendero: “Jeeeito”, dijo alargando la e, “usted ta igualito”. Al son de una mirada brillante nos dimos un abrazo fuerte, dimos pormenores breves como buenos sintetizadores y seguimos.

Bernabé estará siempre en mi corazón, es bonito contar con los dedos de la mano a los verdaderos amigos. Bernabé no sabe leer, pero espero se entere que escribí estas líneas como gesto inapelable de cariño. 


Textos tomados del libro "Estamos hechos de recuerdos" de Héctor Nuno González (San Carlos, 2020) publicado por El perro y la rana, Imprenta Regional Cojedes.


Lea otros cuentos de Héctor Nuno González en:  

 Leyendas y cuentos cortos venezolanos (23) Varios autores

http://letrasllaneras.blogspot.com/2016/06/leyendas-y-cuentos-cortos-venezolanos_16.html

 Leyendas y cuentos cortos venezolanos (25) Varios autores

http://letrasllaneras.blogspot.com/2016/06/leyendas-y-cuentos-cortos-venezolanos_15.html

 Leyendas y cuentos cortos venezolanos (26) Varios autores

http://letrasllaneras.blogspot.com/2016/06/leyendas-y-cuentos-cortos-venezolanos_27.html

 Leyendas y cuentos cortos venezolanos (27) Varios autores

http://letrasllaneras.blogspot.com/2016/06/leyendas-y-cuentos-cortos-venezolanos_62.html



lunes, 1 de junio de 2020

Cultura Unellez-VIPI 14. "Las Siete Palabras", poema de Mauricio Pérez Lazo (historia y poesía)


Jesús de Nazaret, historia, drama y Poesía. 
Detalle de una obra de Amilcar Alejo




La historia de los pueblos, no solo se compone de batallas, fundaciones, labores e industrias, tiene en las múltiples manifestaciones del arte significativos componentes, como acontece, en la poesía del estado Cojedes, con el poema “Las siete palabras”, de Mauricio Pérez Lazo (Tinaco, 1842 - San Carlos, 1937), texto altamente valorado por la crítica especializada sobre la literatura regional.

De hecho, Mauricio Pérez Lazo, encarna una figura histórica gracias a las virtudes de su poesía, divulgada en diferentes diarios y revistas de Venezuela,  hasta abarcar una de las publicaciones periódicas clave de la literatura nacional: “El Cojo Ilustrado” (1892 - 1915). Este poeta es, además,  el autor de la letra del Himno del estado Cojedes (1910), emotivo canto que hace vibrar el corazón de los cojedeños, donde quiera que se encuentren,  desde hace más de cien años.
 
El poeta e historiador Héctor Pedréañez Trejo, en 1976, apunta, al comentar la biografía de Pérez Lazo: “Entre sus poemas más destacados se hallan algunos sonetos y la oda titulada Las siete palabras…reeditada una multitud de veces por su alto contenido religioso. Este poema aparece en su libro Crepúsculos, publicado en 1895”.  Históricamente, la aludida pieza, en verdad, gozó de gran alcance, pero,  su última difusión completa  se logra en 1980, al ser editado por la extinta Sociedad de Amigos de Cojedes, de la referida publicación se transcriben los versos que aquí colocamos, con la esperanza de dar continuidad a su legado poético.  

La “oda”, variante poética en la cual se  ubica a "Las siete palabras", es una de las composiciones de mayor antigüedad  de la literatura (unos 25 siglos atrás),  y proviene de la vieja Grecia, bajo la acepción de “canto”.  Entre sus cultivadores se cuentan  a Píndaro, Horacio, Calderón de la Barca y Pablo Neruda, entre otros célebres creadores. La oda toca temas  religiosos, heroicos, amorosos o filosóficos, y expone las  distintas reflexiones de su autor.

La oda “Las siete palabras”, alude a las famosas locuciones pronunciadas por Jesús de Nazaret en su crucifixión,  pero, en este poema, Pérez Lazo, nos lleva a un recorrido de considerable amplitud, hasta el borde mismo de lo teatral: comienza con la oscura última noche de Cristo en el Huerto de los Olivos, luego se pasea por las acciones de Judas, Luzbel, Pedro, prosigue con el padecimiento en la cruz, el diálogo con los ladrones, la dinámica de los soldados romanos y la muerte. Desarrolla, también, una indagación psicológica del sentir del Redentor en el drama de  su agonía final, distribuida en los 186 versos del poema, quizá el más extenso de la literatura cojedeña. 

La primera compilación y glosa de las siete palabras de Cristo en la cruz, se atribuyen al monje Arnaud de Bonneval (1156) en el siglo XII y su primer tratado escrito pertenece a Roberto Berlarmino (1542-1621), texto que impulsa, notoriamente,  su práctica. En las creencias populares, este ejercicio de oratoria, del Viernes Santo, recibe el título de la “Protección de las siete palabras”. 

Las siete palabras, por su tema y relato, muestran una complejidad intrínseca, que será llevada, igualmente, a su composición, pues, se trata de un poema con varias formas estróficas (heteroestrófico) y versos de distintos metros (polimetría). Pedreánez Trejo, acota que "usa el serventesio, en la primera parte, la lira: segunda parte y ocho tipo de estancias aliradas que van desde la de ocho versos hasta la de catorce". Pese a  tal complejidad, conviene entender, que para las personas de su época, significó, tanto consuelo espiritual como registro poético de uno de los momentos decisivos de toda la humanidad.
 
Gracias por su visita.
Isaías Medina López


LAS SIETE PALABRAS
                                            A mi querida madre, señora:
                                                 Dolores Lazo de Pérez


Noche aciaga, sombría, cubre el orbe.
Sordo retumba en el espacio el trueno,
Pesadas gotas que la tierra absorbe
Lanzan las nubes del obscuro seno.

A trechos el relámpago ilumina
Bosques y ciudad y alcores y desierto,
Mientras un grupo de hombres se encamina
A la vecina soledad de un huerto.

De súbito se paran y platican;
Y de cuatro que son, tres en postura
Humilde, a los mandatos no replican
Del que se interna en la alameda obscura

Allí los tres sentados en la alfombra
De césped y de musgo, triste el ceño,
Silenciosos y ocultos en la sombra,
Los sobrecoge a su pesar el sueño.

En tanto el Salvador, triste, de hinojos,
Al Padre celestial suplica y ora,
Miran al cielo sus cansados ojos,
Gime, padece, se resigna y llora.

Inmenso es su dolor, tanta su angustia,
Que desfallece y su valor se agota,
Y corre por su faz doliente y mustia
Rojo sudor que de la frente brota.

Y allí ¡oh prodigio! de su sangre pura
Las tibias gotas que la brisa orea,
En púrpura transforman la blancura
De las flores del trébol de Judea.

Al Padre ruega y le abandona el Padre;
Satán le acosa y sin piedad le tienta;
No hay blasfemia que su alma no taladre;
Mas sufre humilde en su aflicción la afrenta.

Y al gemido jadeante de su seno,
Y a los acentos de Luzbel, altivos,
Responde sólo en el espacio el trueno
Y el suspirar del viento en los olivos.

Mas de Getsemaní la selva obscura,
Oye que cruzan el ambiente frío
Estas palabras que Jesús murmura;
Cúmplase, pues, tu voluntad, Dios mío.

II

Por la ciudad se agita
Grupo marcial de continente duro:
El paso precipita;
Y traspasando el muro
Al frente se halla del desierto obscuro.

Uno grita adelante; adelante;
La abrupta senda a los esbirros muestra
Con gesto horripilante,
Cruel ansiedad demuestra
Aún más que su actitud su faz siniestra.

Revelan su mirada,
Su roja barba y cabellera hirsuta,
Un alma depravada;
Y va, mientras disputa,
Corriendo casi por la sesga ruta.

Es Judas Iscariote,
El discípulo infiel de infausto sino,
A quien tocara en lote,
Por saña del destino,
Vender, infame, al Redentor divino.

Apenas se divisa
Jerusalén, y del Cedrón el lecho
La airada turba pisa;
Ya pasan… y en acecho
El aliento comprimen dentro el pecho.

Está menos obscura
La tierra que el nublado firmamento…
Siente el alma pavura…
Y el búho grazna hambriento
En el aire con tétrico lamento.

Ya llegan… el asilo
Del justo por doquier los brinda acceso;
Jesús ora tranquilo;
Y el discípulo avieso
Vende al Maestro con mentido beso.

Beso cruel y maldito
Que en los abismos de Luzbel retumba
Como un eco infinito;
Eco que oirá la tumba
De todo aquel que a la traición sucumba.

Eco que en ansia muda
Oye el traidor; que el alma le intimida
Presa de inmensa duda;
Que le grita: ¡deicida!...
Que le arroja a la muerte del suicida…

En horrido tumulto
Recibe al Nazareno un pueblo ingrato;
Y atado, entre el insulto,
La veja, el desacato,
Camina hasta el pretorio de Pilato.

Allí Pedro le niega,
El pecho de terror sobrecogido;
Y es por la turba ciega
Barrabás preferido,
Jesús abofeteado y escupido.

Le azotan con fiereza;
Con diadema de abrojo ensangrentado
Circuyen su cabeza;
Y el Cristo resignado
A morir en la cruz es condenado.

III

Sobre el hombro el madero del suplicio
Trepa el Mártir el Gólgota pendiente;
Tres veces falleciente
Al peso de la cruz del sacrificio
Toca la tierra su marchita frente…
Ya en la cumbre del monte,
De su túnica santa despejado.
Fue con saña fierísima enclavado;
Y a la cárdena luz del horizonte,
Sobre aquel leño aspérrimo tendido,
Fue en medio a dos ladrones colocando,
Y entre el cielo y la tierra suspendido.
--------------------------------------
Le insultan los soldados,
Y se juegan la túnica inconsútil
Al tumbo de los datos;
Con tono fiero y además altivo
El manto se disputan y deshacen;
-------------------------------------
Él los ve compasivo,
Y profiere; Perdónalos, oh Padre,
Que ignoran lo que hacen,
Con voz tan impregnada de dulzura
Cuanto es de acerba en su alma la amargura.
-------------------------------------------
La madre desolada allí agoniza,
Juan solloza y padece,
Pardo nublo la atmósfera obscurece,
Y entre nubes de cálida ceniza
El relámpago crece…
El Salvador la humanidad perdona;
Aunque el dolor su corazón taladre,
Su amor  al hombre abona;
Y dióle a Dios por padre
Y en herencia los cielos cuando dijo:
María, ese es tu hijo,
Y al discípulo amado: Esa es tu madre.
----------------------------------------------
Al buen ladrón que a su derecha implora
La virtud de su fe premiarle quiso,
Y, Hoy conmigo serás, mientras que llora
Oye Dimas, allá en el paraíso,
Vibró en los aires el acento tierno,
Gimió Satán, se estremeció el infierno;
Y desde aquella hora,
Nos refrenda la fe dulce promesa
De otro mundo mejor tras de la huesa.
-----------------------------------------
El trueno ruge airado
En la comba sin luz del firmamento
En tanto que el Señor grita angustiado:
¿Por qué Dios mío, Dios mío,
Tú me has desamparado?
Y se pierde su acento acongojado
En la tétrica sombra del vacío.
--------------------------------------------
A su alma acerada no hay consuelo;
No hay tregua a sus dolores,
La sudorosa faz inclina al suelo
Demandada, tristísima, doliente,
Y murmura, Sed tenga, el que entre flores
Hizo correr la cristalina fuente;
Mas por mengua y agravio,
Con vinagre y con hiel mojan su labio.
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Oculta el sol su desmayada lumbre;
Rojizas las estrellas,
Cruzar se ven la sideral techumbre;
Al fuego y estridor de las centellas
Desalojan las fieras su guarida;
Vuela azorada el ave,
Dejando atrás perdida
Cuitada  prole, el nido abandonado;
Cuando pronuncia con acento grave
El autor de los mundos,
Todo está consumado;
Y ruedan de sus ojos moribundos
Dos amorosas lágrimas, vertidas
Para lavar la mancha del pecado.
------------------------------------------

Treme la tierra con fragor horrendo;
Ábrese en grieta el temblante muro;
Y van los muertos con pavor saliendo
Del antro de sus tumbas frío y obscuro…
Exclama el Salvador: Padre en tus manos
Mi espíritu encomiendo…
Cúbrese el orbe de funérea gasa:
Con su lanza Longinos
El costado a Jesús fiero traspasa;
Sangre y agua en arroyos purpurinos
Vierte la herida cárdena, humeante,
Y sella de su amor en lo profundo,
Con la postrera gota vacilante,
El hombre Dios la redención del mundo.