El romance de la Infantina Encantada guarda espacios destacados en la poesía polar venezolana.
Imagen en el archivo de Juan de Jesús Carrero Rivera.
Antecedentes (fragmentos). El hermoso y muy novelesco romance de La infantina encantada plantea, de entrada, el problema de su origen. Durán (1945) lo publica como La infanta encantada, y ve en él un mismo origen y una imitación del romance de La infantina, que comienza “De Francia partió la niña”. Wolf y Hofman (1945) lo incluyen bajo el titulo de Romance de la infantina. Y en otra variante se incluye en el Cancionero de Londres compilación entre 1471 y 1500, mezclado con las producciones del poeta gallego Juan Rodríguez del Padrón, quien fue en verdad su colector.
Para Wolf y Hofman: “La más antigua versión
de este romance, muy viejo y muy popular, aunque probablemente de origen
francés, es la que se ha conservado en la boca del pueblo de Portugal, y la
cual lleva publicada el Sr. Almeida-Garret en su excelente Romanceiro (Lisboa,
1851, tomo II, p. 21-24)”. La versión portuguesa lleva el título de O cacador.
Como una variante de La infantina, presenta
Menéndez y Pelayo (1945): El caballero burlado. Esta versión asturiana parece
estar más emparentada con las portuguesas, publicadas por Almeida-Garret con el
título O cacador y de A infeiticada (122). En esta última, se dan todos los
detalles de las asturianas y el final parece tener relación con el romance
asturiano de Don Bueso, pues el caballero y la niña se reconocen como hermanos.
Sobre el romance de La infantina encantada destaca Menéndez Pidal (1953) que es
uno de los pocos en que entra lo sobrenatural, con la presencia de las hadas.
Acerca de su origen observa que muchos han querido verlo como un canto originado
en baladas no españolas, pero que lo más probable es que se trate de un tema de
origen neolatino, de donde han surgido producciones análogas en distintas
naciones, entre ellas el romance español, pudiendo así suponerse que este
procede del “dominio castellano”.
En Venezuela, hasta el presente, conocemos únicamente cinco versiones. De ellas, incluimos cuatro, por el interés que representan, dada su evidente escasez, no solo en el país, sino en toda Hispanoamérica. Verdaderamente curioso es que todas las variantes venezolanas provengan de una misma región: Los Llanos: dos proceden del estado Guárico, una del estado Cojedes, y dos del estado Apure. Todas ellas muy semejantes en el nudo temático y en su desarrollo y desenlace. Observamos en los textos venezolanos, puntos coincidentes con dos romances asturianos: El caballero burlando y Don Bueso.
Aunque
en El caballero burlado no se registran los hechos característicos de que el
caballero es un cazador, de que la niña es hija del rey y de la reina, y de que
ha estado encantada durante siete años en el monte. Circunstancias presentes en
las variantes venezolanas. Del Don
Bueso, solamente aparecen incorporados al “modelo” venezolano: el
reconocimiento de los hermanos y la alusión a las culebras y a los siete años
que la niña ha estado perdida; aspectos presentes en la versión asturiana que
publica Menéndez Pelayo.
De acuerdo a las referencias de que
disponemos, todo conduce a pensar que, además de las asturianas, en Portugal se
encuentran variantes similares a las
venezolanas: se produce una contaminación de los romances ya citados, y se da
el reconocimiento final de los hermanos. Ese parece ser el caso de A
infeiticada reproduciendo por Almeida-
Garret en su Romanceiro. No conocemos ningún romance asturiano en que se
mantenga esta línea de la anagnórisis, pero suponemos, que la vía de
penetración a Venezuela ha tenido que
ser esa. Es decir que el romance portugués ha podido pasar a Asturias y de allí
a Venezuela.
Tres de las versiones venezolanas incluidas
las publica Rafael Olivares Figueroa, a quien debe reconocerse una meritoria
labor en la difusión de los romances hispanos de Venezuela, actividad que
desarrollo consecuentemente hasta llegar a ser en su momento el más importante
difusor de romances entre nosotros, junto con Isaac J. Pardo.
La versión I (por Olivares Figueroa), procede
de Calabozo, estado Guárico. El comienzo es evidente que pertenece a La
infantina encantada: “A cazar va el caballero”. Pero de inmediato surge la
influencia de El caballero burlado en la alusión a la entrada del caballero en
“una horrible montaña” (versión I); “aquella montiña” (versión asturiana); en
la presencia de “tres culebras”, de las cuales “una canta en la mañana / otra a
las once del día / otra a las seis de la tarde” (versión I): “donde canta la
culebra” (versión asturiana). En la versión venezolana, la niña se encuentra “debajo de un árbol fino”; en la
versión asturiana: “al pie de un verdoso roble”.
La niña “con peines d´ oro en la mano / con
que los cabello guía”; “cada vez que los guiaba / el monte resplandecía”, en la
versión asturiana; y en la venezolana: “peinándose un pelo rubio / un peine de
oro tenía / entre el cabello y el peine / comparaciones no había”. (Es
evidente, en este caso, la gran expresividad y sugerencia de la versión
llanera)
En todas las versiones venezolanas se da la
circunstancia de que el cazador va a mata a la niña, y ella ruega por su vida;
no ya en el sentido de la versión asturiana afirmando su cristiandad, sino su
humanidad, en el sentido de ser humano y no salvaje. En general cabe destacar
que el miedo del caballero ante un hecho insólito, como es encontrar una niña
en el monte, se mantiene en su sentido general, desde La infantina encantada,
donde la niña le dice: “No te espantes, caballero, /ni tengas tamaña grima”. La posibilidad electiva de la niña ante la
pregunta del caballero de dónde quiere ir. “Si el anca o en la silla”, y la
respuesta de ella: “en la silla es que quería”, se mantiene guardando gran
semejanza con el texto asturiano.
Esta versión I, termina son el reconocimiento
de los hermanos, en un final abrupto, pero más parece ser un olvido de los
versos finales: ya que es curioso como en la variante II, de la misma zona
llanera, aparecen versos muy similares.
I
Salió un triste cazador
para una horrible montaña
donde había tres culebras,
una canta en la mañana,
otra a las once del día,
otras a las seis de la tarde,
después que el sol se metía.
Debajo de un árbol fino
una niña sonreía:
peinándose un pelo rubio,
un peine de oro tenía:
entre el cabello y el peine
comparaciones no había.
Hinque la rodilla en tierra
para cortarle una herida.
-No mate a la que Dios cría,
que en el monte fui nacida.
-¿Dónde quiere ir, la joven,
si en el anca o en silla?
-En l´anca no quiero ir,
en la silla es que quería.
Se fueron a buscar flores
para
un santo que tenía.
Viendo las aguas correr,
te recordé vida mía. (Informante: Margot Romaña, Calabozo,
Guárico)
La versión II, mantiene todas las
particularidades señaladas para la versión I, con muy pequeñas diferentes.
Solamente al final, está claramente indicado el reconocimiento de los hermanos,
a partir de la declaración de la niña: Mi padre era el rey de España / y mi
madre Fantasía. Son los únicos rasgos que recuerdan al romance de La infantina,
(“De Francia partió la niña”): Hija soy yo del buen rey / y la reina de
Castilla, pero que curiosamente desaparece en los ejemplos asturianos. Se
mantiene el hecho de que la niña este por siete años perdida en la montaña;
pero en la versión venezolana lo sobrenatural se pierde en una explicación más
simple: Siete años perdida estoy, / siete años estoy perdida. / Salí a buscar
unas flores /para un santo que tenía.
II
Salió un pobre cazador
pa´ una montaña sombría,
donde no cantaban gallos
ni las gallinas se oían;
donde cantan tres culebras
todas tres en compañía
una canta en la mañana,
y la otra canta al medio día,
la otra a las seis de la tarde,
cuando ya el sol se metía.
Al poco de haber andado,
halló una niña “sonrida”
debajo un árbol “sombrido”,
que pelo de oro tenía;
y su pelo se peinaba
con un peine que tenia:
pa´ ese pelo y pa´ ese peine
comparaciones no había.
Hinqué
la rodilla en tierra,
para largarle una herida.
-No me mates, cazador,
no mates lo que Dios cría,
que después dirá la gente
que del monte fui nacida.
-Niña, ¿Dónde quieres ir,
en el anca o en la silla?
-En l´anca no quiero yo,
En la silla es que quería.
_Niña, ¿Quiénes son tus padres?
La niña que respondía:
-Mi padre era el rey de España
y mi madre, Fantasía.
-Por la señas que me das,
eres tú la hermana mía.
-Siete años perdida estoy,
siete años estoy perdida.
Salí a buscar unas flores
para un santo que tenía. (Colector: Olivares Figueroa. Camaguán, estado Guárico)
La versión III, también publicada por
Olivares Figueroa, procede del estado Apure. Se mantienen todos los aspectos ya
destacados. Pero, el padre ahora es el rey de Francia, mientras la reina sigue
conservando el extraño y sugerente nombre de Fantasía (¿solo descomposición de
Constantina o algo más?). En esta
variante, aparece un rasgo que no se da en ninguna de las otras: la niña le
ofrece al cazador en recompensa el matrimonio con una hermanita: una hermana
que tengo,/ contigo la casaría, y el
ofrecimiento es rechazado por el cazador quien expresa su preferencia por la
propia niña, para que de inmediato se produzca el reconocimiento de los
hermanos.
III
Salió un triste cazador
a una montaña “montía”,
donde no cantaban gallos,
gallinas menos se oían;
donde cantaban un león bravo:
la leona respondía:
donde cantan tres culebras,
todas tres en compañía:
una canta en la mañana,
otra canta al mediodía,
otra a las seis de la tarde,
cuando ya el sol se metía.
Debajo de un árbol grande
a la niña sonreía,
que entre la mano y el pelo
un peine de oro tenía,
Fincó la rodilla en tierra,
le puso puntería.
-No me mates, cazador,
Del monte no soy nacía:
Siete años tengo, señor,
de estar por aquí perdía,
que andaba buscando flores
para un santo que tenía.
Una hermanita que tengo,
contigo la casaría.
-Con ella no quiero yo,
sino contigo querría,
dime quiénes son tus padres,
que eso me complacería.
-Mi padre es el rey de Francia,
y mi madre Fantasía.
-Por las señas que me das,
debes ser la hermana mía.
¿Dónde quieres que te lleve,
en el anca o en la silla?
en la silla es que querría;
porque no diga la gente;
en el monte fue nacía. (Informante: Francisca Carrizales. San
Fernando de Apure)
La versión IV, muy poco conocida, fue
recogida por Margot Benaceraf en el estado Apure. Es esta una variante muy
completa y ajustada al modelo venezolano. Pero el texto se singulariza por
ciertos rasgos que proceden de La infantina encantada y que no aparecen en los
otros ejemplos llaneros. Así tenemos aquí: “los perros se le cansaron”, en lo
que no hay mucha diferencia con “Los perros lleva cansados” de la forma más
antigua, “el falcón perdido había”, se le convierte en “Burón no más lo
seguía”, continuando la línea de sentido relativa a los perros. También aparece
el roble al que el caballero se arrima: “arrimarse a un roble”, que en esta
versión viene a ser: “se arrimó a un madero roble”, enfatizado la línea con la
palabra “madero”, para destacar aun más que se trata de un árbol. De otra
parte, como ejemplo de la dinámica, del
proceso dialéctico en la conservación de los esquemas tradicionales populares,
cabe señalar la sustitución, en el segundo verso, del antiguo “solía”, de
oscuro sentido en los niveles del pueblo, por el más claro “salía”, y por
contraposición, la supervivencia, en el verso cinco, de un “lobre”, que suena a
arcaísmo por lóbrega. Por último, es de señalar que en esta versión la niña
pasa de los siete y llega a los ocho años “de estar por aquí perdida”, en la
incorporación de un número que tampoco es extraño en sitios clave de los
romances: si bien en Blancaniña la adultera es “barrida” por siete salas, en
Blancaflor el comienzo de la tragedia ocurre
al “llegarse” las ocho leguas.
IV
Salió un pobre cazador
como en un tiempo salía;
los perros se le cansaron.
Burón no más lo seguía.
Llego a una lobre montaña,
llego a una sola serranía,
donde no cantaban gallos
menos
gallina se oían;
donde cantaban león bravo,
leona le respondía.
Cantaban las tres culebras
todas tres en compañía,
una cantaba a las seis,
la otra al mediodía
y la última venía a cantar
después que el sol se metía.
Se arrimó a un madero roble
a ver si le amanecía.
En las copitas arribas
Estaba una niña subía,
peinándose el pelo rubio
un peine de oro tenia;
ni en el pelo ni el peine
diferencia no tenía;
Hinco la rodilla en tierra
y le cogió puntería.
-No me mates, cazador,
no mates lo que Dios cría;
siete años y medio tengo
de estar por aquí perdida;
contemplando los ocho
me voy en su compañía.
Le dijo la niña al cazador.
-Por las señas que me das,
eres una hermana mía
que se le perdió a mi padres
haciendo una romería,
cogiendo lirios y rosas
para un cristal que tenía.
Aquí terminan los versos
de la niña perdida. (Informante: Anacleto Araujo. Guasdualito,
estado Apure. Colector Margot
Benacerraf)
En todas las versiones venezolanas se
mantiene el clásico asonante ía, que se pierde pocas veces. A la necesidad de
conservación de la asonancia se debe que en ocasiones el verso se sienta
forzado, con algunas palabras que suenan a arcaísmos deformados, como monta
(versión III): sonreía (versión II): sombrido (versión II); pero que a la
postre afirman el sabor de la poesía.
Bibliografía citada:
Bayo, C. (1913) Romancerillo del Plata.
Madrid: Librería General de Victoriano Suárez.
Durán, A. (1945). Romancero general. Madrid:
Biblioteca de Autores Españoles.
Menéndez
y Pelayo, M. (1945). Antología de Poetas Líricos Castellanos. Tomo IX.
Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Científicas.
Menéndez Pidal, R. (1953). Romancero
Hispánico. Madrid: Espasa-Calpe.
Moya, I. (1941). Romancero. Buenos Aires:
Universidad de Buenos Aires.
Olivares Figueroa, R. (1948). Folklore
venezolano. Tomo. I. Caracas: Ministerio de Educación.
Pardo, I. J. (1955). Viejos romances
españoles en la tradición popular venezolana. Caracas: Archivos Venezolanos del
Folclore. Universidad Central de
Venezuela.
Wolf, F.
y Hofman, C. (1945) Primavera y flor de romances. Antología de Poetas
Líricos Castellanos. Tomo VIII. Madrid: Consejo Superior de Investigaciones
Científicas.
(*) Nota del editor: Este ensayo (fragmentos,
mejor dicho) fue tomado del texto de
nuestra maestra, la doctora Pilar Almoina de Carrera, titulado: DIEZ ROMANCES
HISPANOS EN LA TRADICIÓN ORAL VENEZOLANA. Caracas. Edición del Instituto de
Investigaciones Literarias de la Universidad Central de Venezuela. 1975.
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