Aquiles Nazoa (Caracas el 17 de mayo de 1920
– Maracay 25 de abril de 1975). Fue un artista multifacético, no solo por las
múltiples actividades que realizó, lo es porque logró conectar esas diversas acciones
entre sí y con el tiempo permanente de la Venezuela que tanto amó. Su merecida
fama de humorista, poeta y dramaturgo,
en ocasiones, oculta su densidad
intelectual en la investigación y la producción cultural, hasta convertirse en fiel
exponente de la identidad y los valores de la cultura popular tradicional
venezolana. Factor importante de sus logros es su condición como voraz lector
(en español, inglés y francés) y las enseñanzas de sus destacados maestros:
Leoncio Martínez (Leo), Francisco Pimentel Agostini (Job Pim) y Andrés Eloy
Blanco “el Poeta del Pueblo”.
Lector persistente, autor atinado, a los
veinte años de edad (en 1940), dirigió el diario “El Verbo Democrático”, en Puerto Cabello, y a
los veinticinco (en 1945), fue editor de la afamada revista “Fantoches” (en
1945), luego fundó los suplementos humorísticos: “El Fósforo”, “La Pava Macha”
y “El Tocador de Señoras” y “Zig-Zag” (en Cuba). A los 28 años edad (en 1948), obtuvo el Premio
Nacional de Periodismo en la especialidad de escritores humorísticos y
costumbristas. Con sólo 31 años (en 1955), compila su primera obra de prestigio
internacional la voluminosa antología “Cuentos Hispanoamericanos Contemporáneos”,
éxito que repetirá con otra gigantesca obra de investigación “Los humoristas de
Caracas” (en 1966). Su obra cumbre es otra antología “Humor y Amor” (1970), una
de las obras más reeditadas nuestra literatura.
Alecia Castillo, apunta: “A pesar de que Aquiles Nazoa no pudo cursar más allá del segundo año de bachillerato, llegó a poseer tal erudición que puede considerársele uno de los escritores latinoamericanos más brillantes del siglo XX. Un mes antes de su muerte había sido postulado por la Casa de las Américas de Cuba para el premio Nóbel de Literatura. La Academia de la Lengua de Dinamarca le concedió post-mortem el premio "Hans Cristian Andersen", personaje cuya obra admiró y que fuera inspirador de uno de los mejores poemas de la lírica venezolana: Balada de Hans y Jenny dedicada a María Teresa Castillo y que traducida a varios idiomas llegó al norte europeo, por lo que el Rey de Suecia lo invitó a visitar el país”.
Según la conocida investigadora Sonia Verenzuela, su bibliografía incluye los textos: La Torta que puso Adán; Las Muñoz Marín salen de compras; Credo; Caperucita que voló como Omar (1955); Poesía para colorear (1958); El burro flautista (1958); Los dibujos de Leo (1959); Caballo de manteca (1960); Los poemas (1961); Cuba de Martí a Fidel Castro (1961); Mientras el palo va y viene (1962); Poesías costumbristas, humorísticas y festivas (1963); Pan y circo (1965); Los humoristas de Caracas (1966); Caracas física y espiritual (1967); Historia de la música contada por un oyente (1968); Humor y Amor (1970); Amor, cuando yo muera; Retrato habla (1970); Venezuela suya (1971), Los sin cuenta usos de la electricidad (1973); Gusto y regusto de la cocina Venezolana (1973); Vida privada de las muñecas de trapo (1975); Raúl Santana con un pueblo en el bolsillo (1976); Genial e Ingenioso: La obra literaria y gráfica del gran artista caraqueño Leoncio Martínez (1976) y Aquiles y la Navidad (1976). En su honor se han creado premios literarios de alcance nacional en poesía, humor, crónica, teatro y audiovisuales.
1-En el Cine
Tres de los guiones de Aquiles Nazoa fueron
llevados al celuloide por la célebre compañía
cinematográfica Bolívar Film: "El demonio es un Ángel", esta cinta fue
galardonada por la revista cinematográfica venezolana Mi Film en
1950 con el premio de Mejor Película realizada en Venezuela. “Yo quiero una mujer
así”, del año 1950, filmación que fue premiada, igualmente, por la revista cinematográfica venezolana Mi Film en 1951, por su gran
éxito comercial. Su tercera película es "La Balandra Isabel llegó esta tarde",
también de 1950, premiada en el Festival Internacional de Cine de Cannes,
Francia, en 1951. La Balandra Isabel llegó esta tarde, se basa en el cuento de
Guillermo Meneses, de 1934, en la que se incluirá este hermoso poema de Nazoa,
musicalizado por Eduardo Serrano y declamado por Ofelia Ramón y Rivera,
titulado CANCIÓN DE ESPERANZA:
Cuando los barcos rotos y desiertos
sueñan bajo la luna con zarpar
por las calles nocturnas de los puertos
va mi canción al mar.
Yo soy tu amor viajero, mi capitán
En mi vela más alta
va tu recuerdo y mi voz,
con la brisa te busca en el mar.
Beso largo de espuma te daría
para ser en tus brazos como el mar.
Y hechizarte de bruma y lejanía
y ensoñación lunar.
Yo soy tu amor viajero....
Nazoa, así mismo, elaboró el guión de la
novela “Las Lanzas Coloradas” de Arturo Uslar
Pietri, así como también los guiones de “El gran Rebuzno”, con base al clásico
“Don Quijote de la Mancha” de Miguel de Cervantes y, “El Raspado” texto
original de José Izquierdo. Ninguna de
estas películas llegó a filmarse.
Otro de sus guiones de cine “Marcos Manaure”,
tampoco se filmó, pero fue publicado como texto en 1950; historia llena de
fortaleza que narra la llegada del petróleo a los Llanos de Venezuela.
2-En la televisión
Aquiles Nazoa produjo espacios que denominó "Teleteatro" en Radio Caracas Televisión", desde los orígenes de este medio comunicacional. Sobres los aportes de Aquiles Nazoa en la
televisión, Ildemaro Torres Núñez, apunta estas expresiones:
“También a la televisión le hizo aportes.
Para la llamada pantalla chica escribió en 1956 el libreto de “El Antifaz”,
basado en un cuento suyo de carnaval y escenificado con disfraces igualmente
inventados por él, y en 1957 el de “Sucre en Chuquisaca”, un cuadro histórico a
partir de una obra de Guillermo Francovich; ambos trabajos para Radio Caracas
Televisión. En 1960 la Dirección de Cultura y Bellas Artes del Ministerio de
Educación publicó dentro de su Serie Cuadernos de Prosa, con diagramación de
Carlos Cruz-Diez e ilustraciones de María Tallián, el libreto de televisión
“Aviso Luminoso”, que Aquiles dedicó “A la memoria de una estrella que, hace
años, desapareció misteriosamente de un anuncio luminoso en un cerro de Caracas”;
en la nota de presentación el Director de Publicaciones expresó el deseo de que
esta obra sirviera de ejemplo y estímulo a quienes todavía no comprenden que la
televisión “debe ser utilizada para ennoblecer y cultivar el buen gusto y la
sensibilidad del pueblo”.
El programa televisivo “Las Cosas más
Sencillas”, igualmente concebido, realizado y presentado ante las cámaras por
él, y transmitido por la Televisora Nacional; un encuentro esperado y vivido
con beneplácito cada semana por una audiencia masiva y consecuente en su
sintonía, presta al disfrute participativo de la riqueza temática que él
abordaba con tanta propiedad y transparencia. En un libro publicado en 1972
bajo ese mismo título, las 27 charlas que conforman el volumen fueron seleccionadas
por el propio Nazoa, y la decisión de editarlo tuvo el sentido de un homenaje
de la Oficina Central de Información-OCI y TVN-5 al poeta y su público. La
deplorable e injustificable decisión de borrar las cintas grabadas y único
registro visual de tan valioso material patrimonial de nuestra cultura, tiene
como discreta contrapartida, aunque reconocible como gesto válido, la
mencionada edición”.
En la presentación de “Las cosas más
sencillas” se acota lo siguiente:
“En contra de la solemnidad con que algunos
programas “estelares” se disponen a captar la atención de los televidentes, las cosas más sencillas, se acercó a la
pantalla sin alharacas, llevada humildemente de la mano de spiritual de su
autor, para albergaren un manantial de ingenio los variadísimos temas que configuran nuestro entorno… y que, por
familiares, con frecuencia creemos triviales e intrascendentes. No obstante esa
modestia inicial y pese a mantener posteriormente, la mesura y el equilibrio,
de las cosas gestadas a conciencia, la creación del poeta Nazoa pronto rebasó
las estimaciones previas del número de seguidores, constituyéndose en un
depurado aldabonazo de creciente atención cautiva y cautivada. Sin perseguirlo
como objetivo vertebral, el programa alcanzó así la mejor de las solemnidades:
crear hábito en la familia venezolana, en los niveles televisivos del deleite y
la cultura.
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